viernes, 8 de abril de 2022

Vía crucis

Aclaración: Este Vía Crucis esta  pensado para ser hecho bajo la dirección de un Sacerdote, por lo tanto se omiten las partes que son exclusivas del Ministro de Dios.

"VIA CRUCIS EXPLANADO"
Originalmente compuesto en Idioma Italiano
Por el R. P. Fr. Leonardo de Porto Mauricio, Menor Reformado, Misionero Apostólico.
Traducido a nuestro Castellano, añadidas algunas cosas en las Oraciones de la Visita de las Estaciones
Por el P. Fr. Julián de San  Joseph, o Gascueña, Lector de Teología, y Procurador de la Provincia de la Purísima Concepción de Franciscos Descalzos en Castilla La Nueva.
---  Este versión del Vía Crucis en idioma español es del año 1758 ---


San Leonardo de Porto Mauricio (1676-1751) patrono de los sacerdotes que se dedican a las misiones populares, fue eficaz propagador del Vía Crucis; él personalmente erigió casi seiscientos, de los que el más famoso fue el realizado en el Coliseo de Roma en 1750, a petición del papa Benedicto XIV, como recuerdo de aquel Año Santo.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Oración Preparatoria
Acto de Contrición, que se hará antes de dicho Santo Ejercicio
Clementísimo Jesús mío, porque sois infinitamente Bueno y Misericordioso, os amo sobre todas las cosas, y de todo corazón me arrepiento de haberos ofendido, Dios mío, y sumo Bien mío; ofreciéndoos este Santo Viaje, en honra y veneración de aquel Viaje doloroso, que, Vos hicisteis por mi indignísimo pecador: e intento el ganar todas las Indulgencias, y rogar por todos aquellos fines, y motivos, por los cuales fue concedido un tan grande tesoro: suplicándoos humildemente, que yo haga este Santo Ejercicio de tal modo, que me ayude a conseguir vuestra misericordia en esta vida, y en la otra vida eterna. Amén

Estación Primera
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi. (Te adoramos Cristo, y te bendecimos)
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum (Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo)

Jesús es condenado a muerte
En esta primera Estación se representa la Casa, y Pretorio de Pilatos, donde Nuestro Señor Jesucristo coronado de penetrantes Espinas, y todo bañado en sangre, recibió la sentencia de Muerte.

Considera la admirable sumisión del Inocente Jesús, en recibir una tan Inicua Sentencia de Muerte: y sabe, que tus culpas, y pecados, fueron los falsos testigos, que la firmaron, y tu obstinación indujo a aquel impío Juez a proferirla:  y si así es, vuélvete hacia tu Dios Amoroso: y más con lagrimas del corazón, que con las expresiones de la lengua, dile así:

¡Ay de mí! Amado Jesús mío, y ¡qué amor tan entrañable el vuestro! Pues por una criatura tan ingrata sufrir Pasiones, Cadenas, y Azotes tan crueles, hasta ser sentenciado a una ignominiosa muerte? Ea, que solo esto basta para herirme el corazón, y hacerme detestar tantos pecados míos que fueron la causa de tantos trabajos vuestros: ya, Señor, abomino mis pecado, ya los lloro, y por todo este Camino doloroso andaré suspirando y repitiendo: Jesús mío misericordia, Jesús mío misericordia. Amén

Pater Noster  (Padre Nuestro)
Ave María  (Ave María)
Gloria Patri  (Gloria al Padre...)
Miserere nostri, Domini, miserere nostri  (Ten misericordia de nosotros, Señor, ten misericordia de nosotros)

Estación Segunda
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Jesús recibe la pesada Cruz, sobre sus Hombros
En esta segunda Estación se representa el lugar, donde, por mano de cruelísimos Ministros, fue cargado sobre los penados Hombros de Jesús el Madero pesado de la Cruz.

Considera, como el Benignísimo Jesús, lleno de inmensos dolores, se abraza con la Santa Cruz; y mira con cuanta mansedumbre sufre los golpes, y escarnios de aquellos viles hombres: cuando Tú, o miserable, huyes, en cuanto puedes, la Cruz de la verdadera penitencia, sin reflexionar, que sin Cruz no hay entrada en la Gloria. Llora, pues tu ceguedad, con la cual, hasta ahora, has aborrecido el padecer, y vuelto de Corazón a tu Señor, dile, suspirando, así:

A mí, Jesús mío, a mí, y no a Vos, se debe esa pesada Cruz. ¡O Cruz pesadísima! que fuiste fabricada de mis feas y enormes culpas. Ea, pues, Salvador mío, dadme fortaleza para abrazar con amor las Cruces de los trabajos, que merecen mis pecados, a fin de que en el breve tiempo de esta vida, teniendo la dichosa suerte de vivir abrazado con la Santa Cruz, muera crucificado, y por medio de la Cruz, arribe finalmente a gozaros eternamente en el Cielo. Amén.

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri


Estación Tercera
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Jesús cae con la Cruz, la primera vez.
En esta tercera Estación se representa el lugar, donde el Pacientísimo Jesús cayo la primera vez con la Cruz.

Considera, como el Afligidísimo Jesús, descaecido de fuerzas, por la Sangre que vertía, y por la fatiga, que con el tropel le ocasionaban aquellos viles Ministros de Satanás, cayó la primera vez en tierra, debajo del pesado Madero de la Cruz. Ea, pues, mira como aquellos envenenados verdugos lo hieren con palos, puntillones y desprecios: y el Pacientísimo Jesús a todo no abre su boca, sufre y calla: cuando tú, en tus ligerísimos trabajos, eres tan impaciente, que luego te alteras, impacientas y ensoberbeces: y aún por ventura, tal vez temerariamente blasfemas. Pues esta vez, a lo menos, arrepentido de tus altiveces, detesta tu soberbia, y ruega a tu afligido Dios de esta manera:

Amantísimo Redentor mío, aquí está postrado a vuestros pies el pecador mas pérfido de cuantos viven sobre la tierra. ¡Oh cuantas caídas! ¡Oh cuantas veces he sido precipitado en el abismo de la iniquidad!. Ayudadme, Jesús mío, ayudadme, a fin de que en lo restante de mi vida no vuelva a caer en culpa alguna mortal, y en la muerte asegure el conseguir la eterna salvación.

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Cuarta
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Jesús encuentra a su Santísima Madre
En esta cuarta Estación se representa el lugar, donde Nuestro Apasionado Redentor encontró a tu afligidísima Madre.

¡O qué dolor traspasó el Corazón de Jesús! Y, ¡Oh que dolor hirió el Corazón de María en aquel encuentro! ¡Oh alma ingrata! ¿Qué mal te ha hecho mi Inocente y pobre Madre? dice Jesús. Ea, pues, deja la culpa, que fue la causa de estas nuestras grandes penas. Y tú, ¿Qué les respondes? Y arrepentido, con lágrimas de dolor, diles así:

¡Oh Divino Hijo de María! ¡Oh Santísima Madre de mi Amado Jesús! Aquí me tenéis postrado a vuestros Pies Santísimos, humillado, y compungido: confieso, que soy yo aquel traidor, que fabriqué, pecando, el cuchillo de dolor, que traspasó vuestro tiernísimo Corazón: ya me arrepiento de corazón, y pido a entrambos misericordia, y perdón: 
Misericordia, Jesús mío, misericordia: 
Misericordia, Santísima María, misericordia: 
A fin de que, por medio de esa gran misericordia, yo me aparte de las culpas, medite vuestras penas todo el breve tiempo de mi vida, y pase después a veros en los gozos de la Gloria. Amén.

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Quinta 
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

El Cirineo ayuda  a llevar la Cruz al Redentor
En esta  quinta Estación se representa el lugar, donde precisaron los Judíos al Cirineo, a que ayudase a llevar la Cruz a nuestro Redentor Jesús.

Considera, que tú eres aquel Cirineo, el cual llevo la Cruz de Jesús por cumplimiento, o por fuerza, porque estas muy asido a las conveniencias transitorias de este mundo. Ea, pues, desprende tu voluntad de los aparentes bienes mundanos, y aliviarás de tan crecido peso al fatigado Jesús: y abrazando de corazón todos los trabajos, que te vienen de la mano de Dios, te ofrecerás a sufrirlos con paciencia, dando gracias a tu Dios, a quien dirás así:

¡Oh Amantísimo Jesús mío! Gracias os doy por tantas, y tan oportunas ocasiones, como me dais, de merecer por mí, y de padecer por Vos. Ea, pues, haced, Dios mío  que sufriendo con paciencia todo aquello, que tiene apariencia de mal en esta vida, consiga los  tesoros  de bienes eternos en la otra: y padeciendo aquí con Vos desconsuelos, y trabajos, sea hecho digno de pasar a reinar también con Vos eternamente en el Cielo. Amén.

Pater Noster
Ave María
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Sexta 
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Limpia la Verónica el Rostro ensangrentado de Jesús
En esta sexta Estación se representa el lugar, donde la Santa Mujer Verónica limpió con un paño el Rostro ensangrentado de Jesús.

Considera, como en aquel Santo lienzo quedó estampado el pálido Rostro de Jesús: mira aquel paño todo desfigurado el Rostro de tu Dios; y movido del amor, procura formar un propio retrato de aquel Rostro en tu corazón: ¡Oh feliz de ti!, si con Jesús, esculpido en tu corazón, vivieres: ¡Oh feliz de ti!, si con Jesús, esculpido en el corazón, murieses: pues para merecer un bien tan grande, ruega a tu Señor así:

Atormentado Salvador mío, yo os suplico, que imprimáis de tal manera en mi corazón la imagen de vuestro Santísimo Rostro, que de día y de noche siempre piense en Vos, para que puesta delante de mi vista vuestra Pasión dolorosa, llore siempre mis enormes culpas; que alimentado aquí, como os lo ofrezco, con el pan del dolor de mis pecados, espero, que después me concedáis el consuelo de ver vuestro hermoso Rostro eternamente en el Cielo. Amén

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Séptima 
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Jesús cae por Segunda vez con la Cruz.
En esta séptima Estación se representa la Puerta de Jerusalén llamada Judiciaria, donde nuestro Redentor cayó en la tierra segunda vez con la Cruz.

Considera a tu Señor, caído, y tendido en el suelo, abatido de los dolores, pisado con desprecio de los enemigos, y escarnecido de la Plebe; y advierte, que tu soberbia fue quien le impelió a caer, y tu altivez lo puso tan abatido. Ea, pues, baja esta vez tus altivos pensamientos, y con dolorosa contrición de lo pasado propón el humillarte a todos en los por venir, y di a tu Señor así:

¡Oh Santísimo Redentor mío! aunque os miro caído en este suelo; os confieso al mismo tiempo poderoso: y así os suplico el favor de que yo abata todos mis pensamientos de soberbia, ambición, y de propia estimación, a fin de que caminando siempre en este abatimiento, abrace de corazón el retiro, y los desprecios; y con esta humildad intima, cordial, y verdadera, que tanto a Vos agrada, merezca aliviaros de tan dolorosa caída, y después ser levantado a gozaros en la Gloria. Amén

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Octava
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
En esta octava Estación se representa el lugar, donde el benignísimo Jesús consoló a unas dolorosas, y afligidas mujeres de Jerusalén.

Considera, que tú tienes mucho mayor motivo de llorar, y de llorar por Jesús, que tanto padece por ti, y por ti mismo, que ingrato con tus pecados, eres la causa de aquellos grandes tormentos. ¿y por qué, a vista de tantas penas, permaneces aún en tu dureza? A lo menos, mirando aquí a Jesús, que muestra tanta piedad con aquellas mujeres Santas, emprende gran confianza; y con gran dolor, y compunción, dile a tu Señor así:

¡Oh amabilísimo Salvador mío!, ¿Cómo mi corazón no se deshace en lágrimas de dolor, al ver que por mi estáis Vos entre indecibles tormentos? Lágrimas, Señor, os pido, y lágrimas de dolor, y compasión, a fin de que con lágrimas en los ojos, y con dolor en el corazón, merezca aquella piedad, que mostraste a las piadosas mujeres. Ea, pues, concédeme esta consolación Divina, que mirado de Vos con ojos piadosos en la vida, asegure en la muerte el pasar a veros en la Gloria. Amén

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Nona (novena)
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi
R.Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Jesús cae por tercera vez con la Cruz
En esta nona Estación se representa el lugar, donde el pacientísimo Jesús, destituido en gran manera de fuerzas, cayó por tercera vez en tierra con el pesado madero de la Cruz.

¡Oh, que penosa fue esta caída de nuestro amado Jesús! Mira con que furor, y rabia embisten aquellos crueles lobos al Mansísimo Cordero Jesús: pues todos, ansiosos de verlo puesto en la Cruz, con golpes y desprecios, hacen que se levante del suelo, ¡Oh maldito pecado, que así maltrato al Hijo de Dios! ¿Pues, alma cristiana, merece bien tus lágrimas un Dios así oprimido, un Dios así atormentado? Ya se ve que las merece; pues con ellas en los ojos, dile así al Señor:

Omnipotente Dios mío, que con solo un dedo sustentáis la tierra, y el Cielo: ¿quién, Señor, os ha hecho caer desmayado en este suelo? Pero ¡ay de mí! que quien os ha postrado, han sido mis reincidencias, y mis repetidas culpas, añadiendo en Vos tormentos a tormentos, con añadir yo pecados a pecados. Peo ya reconocido, me postro a vuestros pies arrepentido, y con propósito firme de no repetir mas culpas, y suspirando, repito una, y mil veces; no más pecar, mi Dios, no más pecar. Amén.

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Décima
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Desnudan a Jesús de sus vestidos, y le dan a beber hiel amarguísima
En esta Estación se representa el lugar, donde a nuestro Redentor Jesús le quitaron sus propias vestiduras, y le dieron a beber amarga hiel.

Considera, alma cristiana, como aquellos tigres inhumanos desnudaron a tu Dulce Jesús, y con la túnica pegada a las doloridas carnes, salieron pedazos de carne, y sangre, quedando en lo exterior todo, de pies a cabeza, hecho una llaga, y en lo interior martirizado el gusto con la hiel que le dieron a beber. Mira como tu Divino Redentor, que es el que fluye de hermosura a los Cielos, entre sus tormentos sufre el quedarse desnudo en presencia de un numeroso concurso: y movido de lastima, y compasión, dile así a tu Redentor.

Afligidísimo Jesús mío, ¿Qué horrible mutación es la que veo? ¿Vos, Señor, todo sangre, todo llagas, todo desnudez, todo amarguras: y yo todo deleites, todo vanidad, todo dulzura? !Ah señor que no camino bien! Bien lo conozco en Vos, que sois el verdadero camino: pero dadme vuestro auxilio para mudar de Vida, y poned tal amargura en mi gusto a las cosas de este mundo, que de aquí en adelante no guste ya otra cosa, que las amarguras de vuestra Pasión Santísima, para que consiga el pasar a gozar las dulzuras de la Gloria. Amén.

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Undécima (decimoprimera)
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Clavan a Jesús en el duro madero de la Cruz
En esta undécima Estación se representa el lugar, donde los impíos Judíos tendieron sobre la Cruz al Dulcísimo Jesús, y lo clavaron en ella en presencia de su Madre Santísima.

Considera el acervísimo dolor que sentiría el buen Jesús, al traspasarle con duros clavos sus Divinos pies, y manos, quedando el Sagrado Cuerpo clavado en un madero: y qué pena sería la de la Dulcísima María, al ver delante de sí a su Hijo querido, todo tan destrozado, y lastimado, que aún a las criaturas infernales movía a compasión. Pues, ¿Cómo no se deshace tu corazón en lágrimas a vista de tantas penas? a lo menos, explica con el llanto tu dolor, diciendo así a tu Señor.

Clementísimo Jesús mío, crucificado por mí: barrenad, Señor, y traspasad mi duro corazón con los clavos de vuestro santo amor, y temor: y ya que mis pecados fueron los clavos crueles, que traspasaron a Vos los pies, y manos, haced que vuestro santo temor, y el dolor de mis pecados sean el Artífice, que fijen, y moderen en mí todas mis desordenadas pasiones, a fin de conseguir la feliz suerte, de que viviendo con Vos crucificado en la tierra pase a reinar con Vos en las felicidades de la Gloria. Amén

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri.



Estación Duodécima (decimosegunda)
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Levantan en la Cruz a Jesús, y expira en ella el Redentor del Mundo
En esta duodécima Estación se representa el lugar, donde nuestro Salvador, después de puesto en la Cruz, fue levantado en ella, y dio su amorosa vida redimiendo al mundo.

Pues, alma cristiana, alza los ojos, y mira en el aire pendiente de tres clavos al Dulcísimo Jesús; mira aquel Divino Rostro entre agonías, mira todas sus llagas renovadas, y de pies, y manos corren tres fuentes de sangre, que llegan hasta la tierra: oye como perdona a quien le agravia, ofrece el Paraíso al que lo quiera, deja al cuidado de Juan a su Madre Amada, encomienda al Padre su Santísima Alma; y al fin, inclinando la Cabeza, expira. ¿Con que ya murió Jesús? ¿Y ha muerto en la Cruz por ti? Y tú, ¿qué es lo que haces? Ea, pues resuelve no apartarte de este lugar santo, sin estar renovado, y compungido: y así, abrazado a la Cruz del Redentor dile así a su Majestad.

Amabilísimo Redentor mío, yo conozco, y yo confieso, que mis gravísimas culpas son los verdugos más despiadados, que os han quitado la vida, y que no merezco el perdón de tan crecida ofensa: pero oyéndoos a Vos en esta Cruz perdonar a vuestros enemigos; ¡Oh cuanto animo, y esfuerzo recibe mi corazón! Y si me enseñáis a perdonar; aquí me tienes pronto para perdonar de corazón a todos mis enemigos: sí, mi Dios, por amor vuestro, a todos perdono, y deseo bien a todos, para que así me concedáis, que en la última hora de mi vida escuche de vuestra boca aquella feliz palabra:
Hoy serás conmigo compañero en la Gloria. Amén

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri.



Estación Decimotercia (decimotercera)
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Descienden de la Cruz a nuestro Redentor, y lo ponen en los brazos de su Beatísima Madre.
En esta Decimotercia Estación se representa el lugar, donde el Cuerpo difunto de Jesús fue bajado de la Cruz, y puesto en los brazos de su afligidísima Madre.

Considera, ¿Cuál sería la espada de dolor, que traspasó el corazón de aquella inocente Madre, cuando recibió en sus brazos a su Divino Hijo ya difunto? ¿Qué sentimiento tendría, al ver aquel divinizado Cuerpo, que se había formado en sus entrañas por obra del Espíritu Santo, todo acardenalado, todo ensangrentado, y todo de pies a cabeza destrozado? Allí se renovaron en María todas las penas. Pero contemplando tú, que tus pecados fueron la pésima fiera, que hizo aquel destrozo en el amado Hijo de María, desata tu corazón en lágrimas, y uniéndolas con la que vierte aquella afligida Madre, dile así:

¡Oh valerosa Reina de los Mártires! ¡Qué mar inmenso de penas, y tormentos esta hecho vuestro pecho! Conozco no ser digno de acompañaros en vuestro sentimiento, porque he sido la causa de que tan cruel espada de dolor traspase vuestra Alma. Pero concédeme, gran Señora, usando de vuestra piedad, y vuestra misericordia, que yo conozca mis ceguedades pasadas, para que sintiéndolas con amargura, partícipe de vuestras aflicciones en la presente vida, y pase después a haceros compañía en las consolaciones de la eterna. Amén.

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri



Estación Decimocuarta (decimocuarta)
V. Adoramus te Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum

Ponen el Sagrado Cuerpo de Jesús en el Sepulcro.
En esta Decimocuarta Estación se representa el lugar del Santo Sepulcro, donde fue colocado el Cuerpo Santísimo de Jesús.

Considera, cuantos serían los llantos de Juan, de la Magdalena, y de las otras Marías, y de todos los Seguidores de Cristo, cuando se cerró el Sepulcro: Pero más que todos, considera la desolación de la piadosa Madre, al verle sola, privada de la presencia de su Hijo, que tanto la consolaba. Y a vista de tantas lágrimas, avergüénzate de que en el discurso de todo este Santo Viaje, hayas mostrado tan poco sentimiento de piedad, y compasión. Ea, esfuérzate en esta última Estación, y besando la piedra de aquella Sagrada Tumba, desea depositar en ella tu corazón: y con amargo llanto, ruega a tu Señor difunto, y dile así:

Piadosísimo Jesús mío, que por solo mi amor quisiste andar todo este camino doloroso, os adoro ya difunto, y cerrado en el Sagrado Sepulcro; pero más quisiera teneros encerrado en mi pobre corazón, a fin de que unido con Vos, después de este Santo Ejercicio, me levante a nueva vida de gracia, y merezca con la perseverancia morir en vuestra amistad. Concédeme, pues, que por los méritos de vuestra Pasión Santísima, que he meditado en esta Vía Sacra, sea en el extremo de mi vida mi único alimento el Santísimo Sacramento, y mis últimas palabras aquellos dos dulces nombres Jesús, y María; y que mí último aliento se una con aquel, con que Vos expirasteis en la Cruz; que de esta forma, con fe viva, esperanza cierta, y caridad fervorosa, muera con Vos, y muera por Vos, para reinar con Vos por los siglos de los siglos. Amén.

Pater Noster 
Ave María 
Gloria Patri
Miserere nostri, Domini, miserere nostri.

---- hasta aquí las oraciones del Vía Crucis del libro de 1758 -----
Por el Sumo Pontífice:

Pater Noster
Ave María
Gloria Patri

Por la conversión de los pecadores:

Salve Regina (Salve Reina y Madre de Misericordia...)




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