viernes, 28 de enero de 2011

San Walfroy estilita



San Walfroy, el único Santo estilita de Occidente, Nació cerca del 565 en la región de Lombardia, en los tiempos turbados de los reyes Merovingios, Wulfiliac se convierte en el diácono Walfroy, discípulo de San Martín, se establece definitivamente en el país de Yvois, allá por el 585.

San Gregorio de Tours, al principio de su octavo libro, cuenta que este ermitaño levantó una columna sobre la cual se instaló, con el fin de quedarse allí noche y día para orar y convertir a los paganos a través de este sacrificio, a continuación unos extractos de su narración



En nuestra ruta, llegamos al castillo de Yvois. Allí encontramos al diácono Walfroy quien nos condujo hasta su monasterio en donde fuimos recibidos con buenas atenciones. Este monasterio se encuentra a unas 8 yardas del castillo de Conflants, está situado sobre la cima de un monte, en donde ha hecho construir una gran basílica que ha adornado con las reliquias de San Martín y de otros varios Santos.

Durante nuestra estadía en este lugar. Empezamos a rogarle que tenga la bondad de contarnos algún detalle de su iniciación en la religión, y de cómo había llegado a las funciones eclesiásticas, pues él era Lombardo de nacimiento; pero él no se preocupaba de hacernos conocer lo que le preguntábamos, deseando con todo sinceridad evitar la vana gloria.

Sin embargo atendiendo a nuestra insistencia finalmente respondió: Yo me trasladé al territorio de Trevés, allí construí con mis propias manos, sobre esta montaña la pequeña morada que ustedes pueden observar. Encontré una estatua de Arduinna (antigua deidad pagana céltica de la región de las Ardenas) a la que las personas del lugar, aún infieles, adoraban. Aquí elevé una columna, sobre la cual yo me mantenía con grandes sufrimientos y sin ninguna especie de calzado; y cuando llegaba el tiempo de invierno, me encontraba totalmente azotado por el rigor del frío que por varias ocasiones me hizo caer las uñas de los pies, y el agua congelada colgaba de mi barba formando largas puntas; pues por esta comarca suelen pasar inviernos muy fríos.




Mi alimento era un poco de pan y de hierba y una pequeña cantidad de agua. Pero empezó a acudir a mí una gran cantidad de gente de los pueblos vecinos. Les predicaba continuamente que Arduinna no existía, que la estatua y los otros objetos a los cuales ellos pensaban dirigir sus cultos, no eran absolutamente nada. Les repetía también que aquellos canticos que ellos realizaban cuando bebían, en medio de sus excesos, eran indignos de la divinidad, y que era mejor ofrecer el sacrificio de sus alabanzas al Dios Todopoderoso que ha hecho el cielo y la tierra.

Rogaba también al Señor que derribara la estatua, y sacara a estos pueblos del error. La Misericordia del Señor apaciguó los espíritus groseros, y los dispuso, presentando atención a mis palabras, a abandonar sus ídolos y a seguir al Señor. Yo persuadí a algunos de ellos a fin de que me ayudaran a tirar la inmensa estatua que yo no podía destruir por mi sola fuerza. Yo había ya destruido los otros ídolos que eran más fáciles de destruir. Muchos se agolparon alrededor de la estatua de Diana, la rodearon con cuerdas, y empezaron a derribarla, pero todos los esfuerzos no lograban destruirla.

Entonces me dirigí a la basílica me postré en tierra y supliqué con lágrimas a la Misericordia Divina destruir, por el poder del cielo, lo que el esfuerzo terrestre no podía destruir. Después de mi oración salí de la basílica y me reuní con los obreros, tomé la cuerda e inmediatamente que empezamos a tirar de ella, desde el primer tirón, el ídolo cayó a tierra; se rompió enseguida y con mazos de acero la reducimos al polvo.




Después, cuando fui a comer, todo mi cuerpo, desde la cabeza hasta la planta de los pies estuvo cubierto de accesos malignos, de tal manera que no podía encontrar espacio sano del ancho de mi dedo. Así que fui solo a la basílica y despojándome de mis vestiduras me postré ante el altar. tenía una botella llena de aceite que yo había traído de la basílica de San Martín con la cual me ungí luego me quedé profundamente dormido. Despertándome cerca de la mitad de la noche, levantándome para recitar los oficios ordinarios, encontré todo mi cuerpo completamente sano y como si no hubiera tenido jamás la menor úlcera y reconocía que ésta herida me había sido enviada por el enemigo de los hombres (el diablo), quien lleno de ganas, se esforzaba por destruir a aquellos que buscan a Dios.

Un día el obispo, habiéndome hecho ir lejos del pueblo, envió obreros con hachas, cinceles y martillos para tirar la columna sobre la cual yo tenía la costumbre de mantenerme. Cuando regresé al día siguiente, encontré todo destruido, lloraba amargamente, pero no quise volver a construir la columna para no ir en contra de las órdenes de los obispos, desde entonces me quedé aquí contento de vivir con mis hermanos.



San Walfroy murió cerca del año 600, sepultado en la iglesia que el mismo construyó, en donde la ubicación de su tumba es siempre visible. Más tarde en la época Carolingia, sus reliquias serán transportadas a la Colegiata de Yvois, el 7 de Julio de 979. Su celebración es el 30 de Octubre, aunque falleció el 21 de Octubre.

Desde su paso por esta colina de las Ardenas, San Walfroy, ha dejado su nombre a esta montaña de 370 metros de altura, en sus colinas se extienden pueblos y valles, donde serpentean y confluyen los cursos de los ríos. Para llegar a San Walfroy, hay que subir por caminos con una pendiente de 18 grados, una vez en la cima el panorama es magnífico, extendiéndose casi hasta perderse de vista sobre Bélgica, la Meuse y las Ardenas

Fuentes

http://www.petit-patrimoine.com/fiche-petit-patrimoine.php?id_pp=08276_1
http://www.cassicia.com/FR/Vie-de-St-Walfroy-moine-stylite-unique-en-Occident-du-VIe-siecle-Fete-le-30-octobre-Il-abattit-grace-a-un-miracle-une-grande-statue-de-Diane-dans-les-Ardennes-No_1132.htm
http://fr.wikipedia.org/wiki/Walfroy_le_Stylite

1 comentario:

Monica dijo...
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