Continuando con algunos textos del "Denzinger"
§ IV. Socialismo, comunismo, sociedades secretas, sociedades
bíblicas, sociedades clérico-liberales
D-1718a Estas pestilenciales doctrinas han sido muchas veces
condenadas y con las más graves palabras, en la carta Encíclica Qui pluribus,
de 9 de diciembre de 1846 (1); en la Alocución Quibus quantisque, de 20 de
abril de 1849 (4); en la carta Encíclica Nostis et Nobiscum, de 8 de diciembre
de 1849 (5); en la Alocución Singulari quadam, de 9 de diciembre de 1854 (13);
en la carta Encíclica Quanto conficiamur moerore, de 10 de agosto
de 1863 (28).
Qui pluribus
Encíclica de PÍO IX
Sobre la Fe y la Religión
Del 9 de noviembre de 1846
9. Otras clases de errores.
Conocéis también, Venerables Hermanos, otra clase de errores
y engaños monstruosos, con los cuales los hijos de este siglo atacan a la
Religión cristiana y a la autoridad divina de la Iglesia con sus leyes, y se
esfuerzan en pisotear los derechos del poder sagrado y el civil. Tales son los
nefandos conatos contra esta Cátedra Romana de San Pedro, en la que Cristo puso
el fundamento inexpugnable de su Iglesia. Tales son las sectas clandestinas
salidas de las tinieblas para ruina y destrucción de la Iglesia y del Estado,
condenadas por Nuestros antecesores, los Romanos Pontífices, con repetidos anatemas
en sus letras apostólicas[16],
las cuales Nos, con toda potestad, confirmamos, y mandamos que se observen con
toda diligencia[17].
Tales son las astutas Sociedades Bíblicas, que, renovando los modos
viejos de los herejes, no cesan de adulterar el significado de los libros
sagrados, y, traducidos a cualquier lengua vulgar contra las reglas santísimas
de la Iglesia, e interpretados con frecuencia con falsas explicaciones, los
reparten gratuitamente, en gran número de ejemplares y con enormes gastos, a
los hombres de cualquier condición, aun a los más rudos, para que, dejando a un
lado la divina tradición, la doctrina de los Padres y la autoridad de la
Iglesia Católica, cada cual interprete a su gusto lo que Dios ha revelado,
pervirtiendo su genuino sentido y cayendo en gravísimos errores. A tales Sociedades,
Gregorio XVI, a quien, sin merecerlo, hemos sucedido en el cargo, siguiendo el
ejemplo de los predecesores, reprobó con sus letras apostólicas[18],
y Nos asimismo las reprobamos.
Tal es el sistema perverso y opuesto a la luz natural de la
razón que propugna la indiferencia en materia de religión, con el cual estos
inveterados enemigos de la Religión, quitando todo discrimen entre la virtud y
el vicio, entre la verdad y el error, entre la honestidad y vileza, aseguran
que en cualquier religión se puede conseguir la salvación eterna, como si
alguna vez pudieran entrar en consorcio la justicia con la iniquidad, la luz
con las tinieblas, Cristo con Belial 18bTal
es la vil conspiración contra el sagrado celibato clerical, que, ¡oh dolor!
algunas personas eclesiásticas apoyan quienes, olvidadas lamentablemente de su
propia dignidad, dejan vencerse y seducirse por los halagos de la sensualidad;
tal la enseñanza perversa, sobre todo en materias filosóficas, que a la incauta
juventud engaña y corrompe lamentablemente, y le da a beber hiel de dragón 18c en cáliz
deBabilionia 18d tal
la nefanda doctrina del comunismo [19],
contraria al derecho natural, que, una vez admitida, echa por tierra los
derechos de todos, la propiedad, la misma sociedad humana; tales las insidias
tenebrosas de aquellos que, en piel de ovejas, siendo lobos rapaces, se
insinúan fraudulentamente, con especie de piedad sincera, de virtud y
disciplina, penetran humildemente, captan con blandura, atan delicadamente,
matan a ocultas, apartan de toda Religión a los hombres y sacrifican y
destrozan las ovejas del Señor; tal, por fin, para omitir todo lo demás, muy
conocido de todos vosotros, la propaganda infame, tan esparcida, de libros y
libelos que vuelan por todas partes y que enseñan a pecar a los hombres;
escritos que, compuestos con arte, y llenos de engaño y artificio, esparcidos
con profusión para ruina del pueblo cristiano, siembran doctrinas pestíferas,
depravan las mentes y las almas, sobre todo de los más incautos, y causan
perjuicios graves a la Religión.
[16] Clemenle
XII, Const. In eminenti, 28-IV- 1738. (Gasparri, Fontes 1, 656); Benedicto
XIV, Const. Providas, 18-V-1751 (Gasparri, Fontes II, 315); Pío
VII, Const. Ecclesiam a Jesu Christo, 13-IX-1821 (Fontes, II,
721); León XII, Const. Quo graviora 13-III-1825
(Fontes, II, 727).
[17] Ver León
XIII, Encicl. Humanum Genus, 20-IV-1884, contra las
sectas, espec. la masónica.
[18] Gregorio
XVI, Encicl. a todos los Obispos Inter Praecipuas, 6-V-1844
18b II
Corint. 6, 15.
18c Deut.
32, 33.
18d Jerem.
51, 7.
[19] Ver
a propósito de este tema a León XIII,, Encicl. Quod apotolici, 28-XII-1878; ASS. 11, 369. Rerum Novarum, 15-V-1891; ASS. 23
(1890-91) I641; Pío XI, Encicl. Quadragesimo Anno, 15-V-1931 y Divini Redemptoris, 19-III-1937.
Noscitis et nobiscum
Encíclica de PÍO IX
A los Obispos de Italia sobre los Estados Pontificios
Del 8 de diciembre de 1849
4. Por último: empujar a los pueblos al socialismo.
Pero tampoco ignoráis, Venerables Hermanos, que los
principales autores de esta tan abominable intriga, no se proponen otra cosa
que impulsar a los pueblos, agitados ya con todo viento de perversas doctrinas,
al trastorno de todo orden humano de las cosas, y a entregarlos a los
nefandos sistemas del nuevo Socialismo y Comunismo. Se dan
perfecta cuenta y lo han comprobado con la experiencia de largos años, que
ninguna transigencia pueden esperar de la Iglesia Católica, que en la
custodia del sagrado depósito de la divina Revelación, no permitirá que se le
sustraiga un ápice de las verdades de fe propuestas, ni que se le añadan las
invenciones de los hombres. Por lo mismo han formado ellos el designio de
atraer a los pueblos de Italia a sus opiniones y conventículos protestantes en
que, engañosamente les dicen una y otra vez para seducirlos que no deben ver en
ello más que una forma diferente de la misma Religión cristiana verdadera,
en que lo mismo que la Iglesia Católica se puede agradar a Dios. Entre tanto, en
modo alguno ignoran que aquel principio básico del protestantismo, a saber, el
libre examen e interpretación de la Sagrada Escritura, por el juicio particular
de cada uno, en sumo grado aprovecharía su impía causa. De este modo confían en
que se les tornará más fácil la tarea de hacer que, abusen primero de la
interpretación arbitraria de las Sagradas Letras para difundir, en nombre de
Dios, sus errores, y luego impulsen a la duda de los principios fundamentales
de la justicia y de la honestidad a los hombres inflamados de la orgullosa
presunción de juzgar libremente de las cosas divinas.
Plegue a Dios, Venerables Hermanos, que Italia de donde, por
el privilegio de poseer en Roma la Sede del magisterio apostólico, las otras
naciones han sólido beber las aguas puras de su sana doctrina, no se vaya a
convertir al fin para ellas en piedra de tropiezo y de escándalo; plegue a Dios
que esta porción escogida de la viña del Señor no sea entregada a la
depredación de todas las bestias del campo; ni permita, que los pueblos
italianos después de haber sorbido la demencia de la copa emponzoñada de Babilonia,
tomen sus armas parricidas contra su madre la Iglesia. En verdad, tanto
Nosotros como vosotros, en estos tiempos llenos de tantos peligros que por
oculto designio de Dios nos han sido deparados, debemos cuidarnos de temer los
artificios y agresiones de los hombres que conspiran contra la fe de Italia
como si con nuestras solas fuerzas hubiéramos de vencerlos, siendo que Cristo
es nuestro Consejero y nuestra Fortaleza, sin el cual nada podemos, pero
con el cual lo podemos todo[1].
[1] León Magno, Epist. 167 a Rústico de
Narbona, Obispo (Migne PL. 54, col. 1201 B - 1202 A): ver Juan 15, .5; Filip.
4, 13
Quanto Conficiamur
Encíclica de PÍO IX
Sobre la Iglesia y las misiones
Del día 10 de agosto de 1863
7. Solo la Iglesia Católica salva
Pero bien conocido es también el dogma católico, a saber,
que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que los consumases
contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente
divididos de la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontífice, sucesor de
Pedro, “a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña”, no
pueden alcanzar la eterna salvación. Son en efecto muy claras las palabras de
Nuestro Señor Jesucristo: Quien no oyere a la Iglesia, sea para ti como un
gentil o un publicano[i]. El
que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desprecia, a mí me
desprecia; y el que a mí me desprecia, desprecia a Aquel que me ha enviado[ii]. El
que no creyere se condenará[iii]. El
que no cree ya está juzgado[iv]. El
que no está conmigo está contra mí, el que conmigo no recoge, desparrama[v]. De
aquí que el Apóstol San Pablo diga que estos hombres están corrompidos y
condenados por su propio juicio[vi].
Y que el Príncipe de los Apóstoles los llame maestros de la mentira que
introducen sectas de perdición, niegan a Dios y atraen sobre sí una pronta
condenación.[vii]
[i] Mateo
18, 17.
[ii] Lucas,
10, 16.
[iii] Marcos
16, 16.
[iv] Juan
3, 18.
[v] Lucas
11, 23.
[vi] Tito
3, 11.
[vii] II
Pedro 2, 1.
[viii] Mateo
16, 26.
Fuentes: