miércoles, 22 de febrero de 2012

From wiki with love?

De la entrada acerca de San Pío de Pietrelcina 


 


Padre Pio is one of only two saints who were priests living after the Second Vatican Council; the other being Saint Josmaria Escriva. Both priests had permission from the pope to offer the traditional Latin Mass without any of the liturgical reforms that stemmed from the Council.


que libremente traducido sería:



El Padre Pio es uno de los solamente dos Santos que fueron sacerdotes que vivieron después del Concilio Vaticano Segundo, el otro fue San Josemaría Escriba. Ambos sacerdotes tuvieron permiso del Papa para celebrar la Misa tradicional en Latín sin ninguna de las reformas litúrgicas provenientes del Concilio


Si bien celebraron con algunas de las reformas, es una Interesante observación (y lo es más debido a que aparezca en la wikipedia), y de hecho son los dos últimos santos, considerando su fecha de muerte, San Pio de Pietrelcina el 23 de septiembre de 1968 y San Josémaría Escriva el 26 de junio de 1975, si bien hay beatos que fallecieron después de 1975, no hay ningún otro santo canonizado hasta la fecha, que muriera después de la finalización del Concilio Vaticano II, quien más se acerca es Santa Gianna Beretta Molla, que murió el 28 de abril de 1962, por complicaciones derivadas al evitar el aborto de su hija.








Fuentes:
http://en.wikipedia.org/wiki/Pio_of_Pietrelcina
http://en.wikipedia.org/wiki/Chronological_list_of_saints_and_blesseds:_20

lunes, 20 de febrero de 2012

Extractos del "Denzinger" II

Continuando con algunos textos del "Denzinger"




§ IV. Socialismo, comunismo, sociedades secretas, sociedades bíblicas, sociedades clérico-liberales
D-1718a Estas pestilenciales doctrinas han sido muchas veces condenadas y con las más graves palabras, en la carta Encíclica Qui pluribus, de 9 de diciembre de 1846 (1); en la Alocución Quibus quantisque, de 20 de abril de 1849 (4); en la carta Encíclica Nostis et Nobiscum, de 8 de diciembre de 1849 (5); en la Alocución Singulari quadam, de 9 de diciembre de 1854 (13); en la carta Encíclica Quanto conficiamur moerore, de 10 de agosto de 1863 (28).

Qui pluribus
Encíclica de PÍO IX
Sobre la Fe y la Religión
Del 9 de noviembre de 1846

9. Otras clases de errores.

Conocéis también, Venerables Hermanos, otra clase de errores y engaños monstruosos, con los cuales los hijos de este siglo atacan a la Religión cristiana y a la autoridad divina de la Iglesia con sus leyes, y se esfuerzan en pisotear los derechos del poder sagrado y el civil. Tales son los nefandos conatos contra esta Cátedra Romana de San Pedro, en la que Cristo puso el fundamento inexpugnable de su Iglesia. Tales son las sectas clandestinas salidas de las tinieblas para ruina y destrucción de la Iglesia y del Estado, condenadas por Nuestros antecesores, los Romanos Pontífices, con repetidos anatemas en sus letras apostólicas[16], las cuales Nos, con toda potestad, confirmamos, y mandamos que se observen con toda diligencia[17]. Tales son las astutas Sociedades Bíblicas, que, renovando los modos viejos de los herejes, no cesan de adulterar el significado de los libros sagrados, y, traducidos a cualquier lengua vulgar contra las reglas santísimas de la Iglesia, e interpretados con frecuencia con falsas explicaciones, los reparten gratuitamente, en gran número de ejemplares y con enormes gastos, a los hombres de cualquier condición, aun a los más rudos, para que, dejando a un lado la divina tradición, la doctrina de los Padres y la autoridad de la Iglesia Católica, cada cual interprete a su gusto lo que Dios ha revelado, pervirtiendo su genuino sentido y cayendo en gravísimos errores. A tales Sociedades, Gregorio XVI, a quien, sin merecerlo, hemos sucedido en el cargo, siguiendo el ejemplo de los predecesores, reprobó con sus letras apostólicas[18], y Nos asimismo las reprobamos.

Tal es el sistema perverso y opuesto a la luz natural de la razón que propugna la indiferencia en materia de religión, con el cual estos inveterados enemigos de la Religión, quitando todo discrimen entre la virtud y el vicio, entre la verdad y el error, entre la honestidad y vileza, aseguran que en cualquier religión se puede conseguir la salvación eterna, como si alguna vez pudieran entrar en consorcio la justicia con la iniquidad, la luz con las tinieblas, Cristo con Belial 18bTal es la vil conspiración contra el sagrado celibato clerical, que, ¡oh dolor! algunas personas eclesiásticas apoyan quienes, olvidadas lamentablemente de su propia dignidad, dejan vencerse y seducirse por los halagos de la sensualidad; tal la enseñanza perversa, sobre todo en materias filosóficas, que a la incauta juventud engaña y corrompe lamentablemente, y le da a beber hiel de dragón 18c en cáliz deBabilionia 18d tal la nefanda doctrina del comunismo [19], contraria al derecho natural, que, una vez admitida, echa por tierra los derechos de todos, la propiedad, la misma sociedad humana; tales las insidias tenebrosas de aquellos que, en piel de ovejas, siendo lobos rapaces, se insinúan fraudulentamente, con especie de piedad sincera, de virtud y disciplina, penetran humildemente, captan con blandura, atan delicadamente, matan a ocultas, apartan de toda Religión a los hombres y sacrifican y destrozan las ovejas del Señor; tal, por fin, para omitir todo lo demás, muy conocido de todos vosotros, la propaganda infame, tan esparcida, de libros y libelos que vuelan por todas partes y que enseñan a pecar a los hombres; escritos que, compuestos con arte, y llenos de engaño y artificio, esparcidos con profusión para ruina del pueblo cristiano, siembran doctrinas pestíferas, depravan las mentes y las almas, sobre todo de los más incautos, y causan perjuicios graves a la Religión.

[16] Clemenle XII, Const. In eminenti, 28-IV- 1738. (Gasparri, Fontes 1, 656); Benedicto XIV, Const. Providas, 18-V-1751 (Gasparri, Fontes II, 315); Pío VII, Const. Ecclesiam a Jesu Christo, 13-IX-1821 (Fontes, II, 721); León XII, Const. Quo  graviora 13-III-1825 (Fontes, II, 727).
[17] Ver León XIII, Encicl. Humanum Genus, 20-IV-1884, contra las sectas, espec. la masónica.
[18] Gregorio XVI, Encicl. a todos los Obispos Inter Praecipuas, 6-V-1844
18b II Corint. 6, 15.
18c Deut. 32, 33.
18d Jerem. 51, 7.
[19] Ver a propósito de este tema a León XIII,, Encicl. Quod apotolici, 28-XII-1878; ASS. 11, 369. Rerum Novarum, 15-V-1891; ASS. 23 (1890-91) I641; Pío XI, Encicl. Quadragesimo Anno, 15-V-1931 y Divini Redemptoris, 19-III-1937.


Noscitis et nobiscum
Encíclica de  PÍO IX
A los Obispos de Italia sobre los Estados Pontificios
Del 8 de diciembre de 1849

4. Por último: empujar a los pueblos al socialismo. 
Pero tampoco ignoráis, Venerables Hermanos, que los principales autores de esta tan abominable intriga, no se proponen otra cosa que impulsar a los pueblos, agitados ya con todo viento de perversas doctrinas, al trastorno de todo orden humano de las cosas, y a entregarlos a los nefandos sistemas del nuevo Socialismo y Comunismo. Se dan perfecta cuenta y lo han comprobado con la experiencia de largos años, que ninguna transigencia pueden esperar de la Iglesia Católica, que en la custodia del sagrado depósito de la divina Revelación, no permitirá que se le sustraiga un ápice de las verdades de fe propuestas, ni que se le añadan las invenciones de los hombres. Por lo mismo han formado ellos el designio de atraer a los pueblos de Italia a sus opiniones y conventículos protestantes en que, engañosamente les dicen una y otra vez para seducirlos que no deben ver en ello más que una forma diferente de la misma Religión cristiana verdadera, en que lo mismo que la Iglesia Católica se puede agradar a Dios. Entre tanto, en modo alguno ignoran que aquel principio básico del protestantismo, a saber, el libre examen e interpretación de la Sagrada Escritura, por el juicio particular de cada uno, en sumo grado aprovecharía su impía causa. De este modo confían en que se les tornará más fácil la tarea de hacer que, abusen primero de la interpretación arbitraria de las Sagradas Letras para difundir, en nombre de Dios, sus errores, y luego impulsen a la duda de los principios fundamentales de la justicia y de la honestidad a los hombres inflamados de la orgullosa presunción de juzgar libremente de las cosas divinas. 

Plegue a Dios, Venerables Hermanos, que Italia de donde, por el privilegio de poseer en Roma la Sede del magisterio apostólico, las otras naciones han sólido beber las aguas puras de su sana doctrina, no se vaya a convertir al fin para ellas en piedra de tropiezo y de escándalo; plegue a Dios que esta porción escogida de la viña del Señor no sea entregada a la depredación de todas las bestias del campo; ni permita, que los pueblos italianos después de haber sorbido la demencia de la copa emponzoñada de Babilonia, tomen sus armas parricidas contra su madre la Iglesia. En verdad, tanto Nosotros como vosotros, en estos tiempos llenos de tantos peligros que por oculto designio de Dios nos han sido deparados, debemos cuidarnos de temer los artificios y agresiones de los hombres que conspiran contra la fe de Italia como si con nuestras solas fuerzas hubiéramos de vencerlos, siendo que Cristo es nuestro Consejero y nuestra Fortaleza, sin el cual nada podemos, pero con el cual lo podemos todo[1].

[1] León Magno, Epist. 167 a Rústico de Narbona, Obispo (Migne PL. 54, col. 1201 B - 1202 A): ver Juan 15, .5; Filip. 4, 13

Quanto Conficiamur
Encíclica de PÍO IX
Sobre la Iglesia y las misiones
Del día 10 de agosto de 1863

7. Solo la Iglesia Católica salva
Pero bien conocido es también el dogma católico, a saber, que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que los consumases contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente divididos de la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, “a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña”, no pueden alcanzar la eterna salvación. Son en efecto muy claras las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: Quien no oyere a la Iglesia, sea para ti como un gentil o un publicano[i]. El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desprecia, a mí me desprecia; y el que a mí me desprecia, desprecia a Aquel que me ha enviado[ii]. El que no creyere se condenará[iii]. El que no cree ya está juzgado[iv]. El que no está conmigo está contra mí, el que conmigo no recoge, desparrama[v]. De aquí que el Apóstol San Pablo diga que estos hombres están corrompidos y condenados por su propio juicio[vi]. Y que el Príncipe de los Apóstoles los llame maestros de la mentira que introducen sectas de perdición, niegan a Dios y atraen sobre sí una pronta condenación.[vii]

[i] Mateo 18, 17.
[ii] Lucas, 10, 16.
[iii] Marcos 16, 16.
[iv] Juan 3, 18.
[v] Lucas 11, 23.
[vi] Tito 3, 11. 
[vii] II Pedro 2, 1. 
[viii] Mateo 16, 26.

Fuentes:

sábado, 11 de febrero de 2012

“Yo soy la Inmaculada Concepción”



El 11 de febrero de 1858, la Santísima Virgen se mostró por primera vez a Santa Bernardita Soubirous; las apariciones continuaron hasta el 16 de julio. Desde entonces, las peregrinaciones se han sucedido procedentes de todas las partes del mundo, y, en multitud, los enfermos han acudido a implorar a María Inmaculada. Muchos han obtenido una milagrosa curación, muchos otros han recibido la gracia de soportar sus padecimientos con espíritu de fe y de ofrecerlos a Dios.

El día 25 de marzo, fiesta de la Anunciación. Santa Bernardita fue a la gruta atraída poderosamente a ella y se sorprendió de encontrar una enorme cantidad de personas. Empezó a rezar su Rosario y pronto su semblante transfigurado anunciaba la celestial visión.

Santa Bernardita como siempre lo hacía, dice a la Dama: "Oh Señora mía, tened la bondad de decirme vuestro nombre". La visión pareció irradiar más aún, pero por toda respuesta sonrió más benignamente. Varias veces Bernardita repitió la pregunta y al fin la Dama separando sus manos hizo deslizar su Rosario sobre su brazo, elevó juntas las manos, su cabeza irradio más que nunca y fijando su mirada en la Gloria del Cielo, dijo: 
"YO SOY LA INMACULADA CONCEPCION".


Definición dogmática de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María
Epístola apostólica de Pío IX "Ineffabilis Deus"

"declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y deconsiguiente, qué debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano"



Encíclica de Pio XII "Le Pelerinage de Lourdes"

“El siglo XIX, tras la tormenta revolucionaria, había de ser por muchos títulos el siglo de las predilecciones marianas.

… el 11 de febrero el 16 de julio de 1858, plugo a la Bienaventurada Virgen María, con un nuevo favor manifestarse en la tierra pirinea a una niña piadosa y pura, hija de una familia cristiana, trabajadora en su pobreza.

Ella acude a Bernardita, dijimos Nos en otra ocasión, la hace su confidente, su colaboradora, instrumento de su maternal ternura y de la misteriosa omnipotencia de su Hijo, para restaurar el mundo en Cristo mediante una nueva e incomparable efusión de la Redención.

Los acontecimientos que por entonces se desarrollaron en Lourdes, y cuyas proporciones espirituales se miden hoy mejor, os son perfectamente conocidos.

Sabéis, amados Hijos y Venerables Hermanos, en qué condiciones asombrosas, a pesar de las burlas, las dudas y las oposiciones, la voz de esta niña, mensajera de la Inmaculada, se ha impuesto al mundo.”

Oración a la Inmaculada Virgen María
 Santísima Virgen, yo creo y confieso vuestra Santa e
Inmaculada Concepción pura y sin mancha.
¡Oh Purísima Virgen!,
por vuestra pureza virginal,
vuestra Inmaculada Concepción y
vuestra gloriosa cualidad de Madre de Dios,
alcanzadme de vuestro amado Hijo la humildad,
la caridad, una gran pureza de corazón,
de cuerpo y de espíritu,
una santa perseverancia en el bien,
el don de oración,
una buena vida y una santa muerte.
Amén"

Oración a Nuestra Señora de Lourdes
Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.

Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.
Oración compuesta por Pío XII


Fuentes:


domingo, 5 de febrero de 2012

Extractos del "Denzinger" I

El "Enchiridion et Symbolorum Definitionum" conocido también como Denzinger, por su autor el teólogo alemán Heinrich Joseph Dominicus Denzinger es el compendio de los decretos principales y definiciones de concilios, lista de proposiciones condenadas por la Iglesia Católica, realizada por los diversos Papas. Es decir, todo aquello que como Católicos deberíamos conocer, respetar y obedecer para evitar caer en los errores, que sobre todo en la actualidad, atacan tan fuertemente a todos los integrantes de la Santa Iglesia Católica.

El siguiente extracto proviene de la Carta encíclica Quanta Cura del Papa Pío IX promulgada el 8 de diciembre de 1864

Beato Papa Pio IX

3. Sin embargo, bien que Nos no hayamos descuidado el proscribir y condenar frecuentemente estos tan graves errores, la causa de la Iglesia católica y la salvación de las almas que Dios Nos ha confiado, y aun el mismo bien común demandan imperiosamente, que Nos de nuevo excitemos vuestra pastoral solicitud para que condenéis todas las opiniones que hayan salido de los mismos errores como de su fuente natural. Estas opiniones falsas y perversas, deben ser tanto más detestadas cuanto que su objeto principal es impedir y aun suprimir el poder saludable que hasta el final de los siglos debe ejercer libremente la Iglesia católica por institución y mandato de su divino Fundador, así sobre los hombres en particular como sobre las naciones, pueblos y gobernantes supremos; errores que tratan, igualmente, de destruir la unión y la mutua concordia entre el Sacerdocio y el Imperio, siempre tan beneficiosa para la Iglesia y para el Estado.(3)

 4. En efecto, os es perfectamente conocido, Venerables Hermanos, que hoy no faltan hombres que, aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio llamado del naturalismo, se atreven a enseñar que el mejor orden de la sociedad pública y el progreso civil demandan imperiosamente que la sociedad humana se constituya y se gobierne sin que tenga en cuenta la Religión, como si esta no existiera, o, por lo menos, sin hacer distinción alguna entre la verdadera Religión y las falsas. Además, contradiciendo la doctrina de la Sagrada Escritura, de la Iglesia y de los Santos Padres, no dudan en afirmar que el mejor gobierno es aquel en el que no se reconoce al poder civil la obligación de castigar, mediante determinadas penas, a los violadores de la religión católica, sino en cuanto la paz pública lo exija; y como consecuencia de esta idea absolutamente falsa, no dudan en consagrar aquella opinión errónea, en extremo perniciosa a la Iglesia Católica y a la salvación de las almas, llamada por Gregorio XVI, Nuestro Predecesor, de feliz memoria, delirio(4) a saber: que la libertad de conciencias y de cultos es un derecho propio de cada hombre, que todo Estado bien constituido debe proclamar y garantizar como ley fundamental, y que los ciudadanos tienen derecho a la plena libertad de manifestar sus ideas con la máxima publicidad, ya de palabra, ya por escrito, ya en otro modo cualquiera, sin que autoridad civil ni eclesiástica alguna puedan reprimirla en ninguna forma.

5. Ahora bien: al sostener afirmación tan temeraria no piensan ni consideran que proclaman la libertad de la perdición(5), y que, si se permite siempre la plena manifestación de las opiniones humanas, nunca faltarán hombres, que se atrevan a resistir a la Verdad, y a poner su confianza en la verbosidad de la sabiduría humana; vanidad en extremo perjudicial, y que la fe y la sabiduría cristiana deben evitar cuidadosamente, con arreglo a la enseñanza de Nuestro Señor Jesucristo(6).

3 S. Aug., Ep. 105 (al. 166).
4 S. Leo M., Ep. 14 (al 133) **** 2, edit. Ball.
5 Ep. ad Card. De la Rochefoucault, 10 mart. 1791.
6 Clement. XII In eminenti; Bened. XIV Providas Romanorum; Pii VII Ecclesiam; Leon XII Qua graviora.

Fuentes:

http://www.mercaba.org/Papas/pio9-01.htm
http://www.statveritas.com.ar/Magisterio%20de%20la%20Iglesia/Magisterio%20de%20los%20Papas/Magisterio%20de%20Pio%20IX/Quanta%20Cura.htm
http://www.unavocesevilla.info/denzinger.pdf