jueves, 25 de abril de 2013
Acerca de lo que dicen
¿Era San Pío X modernista? ¿o hereje?
Los falsos tradicionalistas justifican el sedevacantismo acusando de herejes a los Papas desde Juan XXIII, pero no dicen nada ante esta parte del Catecismo mayor de San Pío X (aunque no tienen ni idea de como explicarla)
¿Podría salvarse quien sin culpa se hallase fuera de la Iglesia? -
Quién sin culpa, es decir, de buena fe, se hallase fuera de la Iglesia y hubiese recibido el bautismo o, a lo menos, tuviese el deseo implícito de recibirlo y buscase, además, sinceramente la verdad y cumpliese la voluntad de Dios lo mejor que pudiese, este tal, aunque separado del cuerpo de la Iglesia, estaría unido al alma de ella y, por consiguiente, en camino de salvación.
¿Era el Beato Pio IX masón y hereje?
Los falsos tradicionalistas justifican el sedevacantismo, en el caso específico de Juan XXIII les basta con la sospecha de que fue masón, se olvidan sin embargo que la elección del Papa Pio IX fue motivo de alegría para las organizaciones anti-católicas que no se cansaron de aludarlo durante sus primeros años de Pontificado, lo que haya hecho después debería ser indiferente para los falsos tradicionalistas puesto que según ellos basta el hecho de que haya sido elegido (bajo sospecha) para que no cuente como Papa legítimo
CATECISMO MAYOR DE SAN PÍO X
172.- ¿Podría salvarse quien sin culpa se hallase fuera de la Iglesia? - Quién sin culpa, es decir, de buena fe, se hallase fuera de la Iglesia y hubiese recibido el bautismo o, a lo menos, tuviese el deseo implícito de recibirlo y buscase, además, sinceramente la verdad y cumpliese la voluntad de Dios lo mejor que pudiese, este tal, aunque separado del cuerpo de la Iglesia, estaría unido al alma de ella y, por consiguiente, en camino de salvación.
171. Ma chi si trovasse, senza sua colpa, fuori della Chiesa, potrebbe salvarsi?
Chi, trovandosi senza sua colpa, ossia in buona fede, fuori della Chiesa, avesse ricevuto il Battesimo, o ne avesse il desiderio almeno implicito; cercasse inoltre sinceramente la verità e compisse la volontà di Dio come meglio può; benché separato dal corpo della Chiesa, sarebbe unito all’anima di lei e quindi in via di salute.
CATECHISMO DELLA DOTTRINA CRISTIANA
( detto di San Pio X )
PREGHIERE E FORMOLE DA SAPERSI A MEMORIA
131. E' grave danno esser fuori della Chiesa?
Esser fuori della Chiesa è danno gravissimo, perchè fuori non si hanno nè i mezzi stabiliti nè la guida sicura alla salute eterna, la quale per l'uomo è l'unica cosa veramente necessaria.
132. Chi è fuori della Chiesa si salva?
Chi è fuori della Chiesa per propria colpa e muore senza dolore perfetto, non si salva; ma chi ci si trovi senza propria colpa e viva bene, può salvarsi con l'amor di carità, che unisce a Dio, e, in spirito, anche alla Chiesa, cioè all'anima di lei.
jueves, 4 de abril de 2013
Reposteo del blog de política
Acá reposteo el tema acerca del Católico ante la situación política actual en Ecuador
http://votocatolicoec.blogspot.com/2013/04/el-catolico-ante-la-situacion-actual.html
http://votocatolicoec.blogspot.com/2013/04/el-catolico-ante-la-situacion-actual.html
miércoles, 27 de marzo de 2013
MIÉRCOLES SANTO
MIÉRCOLES SANTO
LA ÚLTIMA REUNIÓN DEL SANEDRÍN.- Hoy Se reúnen los príncipes
de los sacerdotes y los ancianos en una sala del templo para deliberar por última
vez sobre los medios para prender a Jesús. Se han discutido diversos planes. ¿Será
prudente prenderle en estos días de Pascua, en los cuales toda la ciudad está llena
de extranjeros que sólo conocen a Jesús por la ovación de que fué objeto tres días
antes? ¿No hay incluso entre los habitantes de Jerusalén muchos que han aplaudido
este triunfo? ¿No sería de temer su ciego entusiasmo por Jesús? No, no se puede
pensar, por el momento, en esas medidas violentas; podría levantarse una sedición
durante la celebración de la Pascua. Sus promotores fácilmente se habrían comprometido
ante Poncio Pilato y habrían tenido que temer la furia del pueblo. Es preferible
dejar pasar la fiesta y buscar otro medio de apoderarse sin ruido de la persona
de Jesús. Pero estos criminales se hacían ilusión al querer retardar por su propia
voluntad la muerte del justo. Ellos aplazaban el asesinato; pero los planes divinos,
que desde la eternidad prepararon un sacrificio para la salvación del género humano,
fijaron este sacrificio precisamente para esta fiesta de Pascua, que anunciará mañana
la trompeta a toda la ciudad. Durante mucho tiempo se ha ofrecido el cordero misterioso
en figura del verdadero: va a comenzar y a la Pascua que verá desaparecer las
sombras ante la realidad. La sangre del Redentor, derramada por la mano de los ciegos
pontífices se va a mezclar con la de las víctimas, que ya no se digna aceptar el
Señor. El sacerdocio judaico no tardará en darse a sí mismo el golpe de gracia,
inmolando al que ha de abrogar con su sangre la antigua alianza y sellar para siempre
otra nueva.
LA TRAICIÓN.- Pero ¿cómo tomarán posesión los enemigos del Salvador
de la víctima que tanto anhelan con deseos sanguinarios, sin alboroto y sin ruido?
No han tenido en cuenta la traición. Uno de los discípulos de Jesús pide ser
conducido a su presencia; tiene algo que proponerles; "¿Qué me dais, les dice,
y yo os lo entregaré?" ¡Qué alegría para aquellos desdichados! Son doctores
de la ley, y no se acuerdan del salmo CVIII, en el cual David había predicho con
todo detalle esta venta abominable; ni tampoco del oráculo de Jeremías, que llega
incluso a valorar el precio del rescate del Justo en treinta dineros de plata. Esta
misma suma pide Judas a los enemigos de Jesús; éstos se la conceden al momento.
Todo está concertado. Mañana irá Jesús a Jerusalén para celebrar la Pascua. Al caer
del sol se retirará, como de costumbre a un huerto que se halla en la ladera del
monte del Olivar. Pero, en la oscuridad de la noche, ¿cómo lo van a conocer los
encargados de prenderle? Judas lo ha previsto todo. Los soldados podrán detener
con toda confianza a quien él diere un beso. Tal es la horrible iniquidad, que se
lleva a cabo entre los muros del templo de Jerusalén. Para manifestar su execración
y para dar una satisfacción al Hijo de Dios, tan indignamente ultrajado por este
pacto monstruoso, ya desde los primeros siglos la Iglesia ha consagrado el miércoles
a la penitencia. Aun hoy día comienza la Cuaresma por miércoles, y cuando la Iglesia,
en cada una de las estaciones, quiere que dediquemos cuatro días al ayuno y a la
mortificación de nuestro cuerpo, uno de esos días es el miércoles.
LA VICTORIA DEL MESÍAS.- "¡Qué terrible es este libertador,
que aplasta a sus enemigos bajo la planta de sus pies, como los racimos en el lagar,
hasta el punto de teñirse los vestidos con su sangre! ¿Pero no es hoy el día de
exaltarla fuerza de su brazo, hoy que ha sido colmado de humillaciones, que sus
enemigos, le han comprado a uno de sus discípulos por el más ignominioso de los
tratos? No permanecerá siempre humillado; pronto se levantará, y la tierra conocerá
cuál es su poder, ante los castigos de que colmará a los que se atrevieren a pisotearle.
Jerusalén se dispone a lapidar a los que van a predicar su nombre; ella sería la
más cruel de las madrastras para estos verdaderos israelitas, que, dóciles a las
enseñanzas de los Profetas, han reconocido en Jesús todos los signos
manifestativos del Mesías. La Sinagoga intentará ahogar a la Iglesia naciente; pero
apenas la Iglesia se haya vuelto hacia los gentiles, después de haber sacudido el
polvo de sus pies contra Jerusalén, que le ha traicionado y crucificado, la
venganza de Cristo caerá sobre esta ciudad. Con todo eso la ruina de Jerusalén no
es más que la figura de la otra ruina a la que está destinado el mundo culpable,
cuando el divino vengador, al cual vemos contradecir y despreciar todos los
días, aparezca sobre las nubes para restablecer su honor ultrajado. Por ahora permite
que le entreguen, le escupan y le maltraten; pero cuando haya llegado el tiempo
de rescatar a los suyos, el día de la venganza reclamado por los deseos del justo",
bienaventurados los que le hayan conocido, los que hayan compartido con Él sus humillaciones
y dolores. ¡Desdichados los que no hayan visto en Él más que un simple mortal! ¡Desgraciados
aquellos que no contentos con sacudir de sus propios hombros el suave yugo de Cristo,
han impedido que se extendiese su reino entre los demás! Porque Cristo es Rey; ha
venido a este mundo para reinar y los que no hayan querido soportar su clemencia
no podrán huir de su justicia.
LOS PADECIMIENTOS DEL MESÍAS.- Una vez más oímos la voz de Isaías
en esta profecía; pero esta vez no es el profeta sublime que cantaba poco ha las
venganzas del Emmanuel. Cuenta los padecimientos del Hombre-Dios, "del último
de los hombres, del varón de dolores, del entregado al sufrimiento". Por este
pasaje con razón se puede llamar con los Santos Padres, al más elocuente de los
Profetas, el quinto Evangelista. ¿No resume por anticipado el relato de la
Pasión, cuando nos muestra al Hijo de Dios" semejante a un leproso, a un hombre
herido por Dios y humillado a sus golpes"? Pero nosotros, a quienes la Iglesia
lee estas páginas inspiradas, y que vemos juntamente el Antiguo y el Nuevo Testamento
para darnos todas las señales de la Víctima universal, ¿cómo reconoceremos el
amor que nos muestra Jesús cuando toma sobre sí todos los castigos que merecíamos
nosotros? "Por sus heridas hemos sido curados nosotros." ¡Oh médico divino,
que toma sobre sí las heridas de los que quiere curar! Pero No sólo "ha sido
herido por nosotros sino que también ha sido degollado como cordero en el matadero".
Pero por ventura no ha hecho más que someterse a la inflexible justicia del Padre,
"que ha cargado sobre Él todas nuestras iniquidades". Oíd al Profeta:
"Si ha sido inmolado, ha sido porque Él lo ha querido. "Su amor para con
nosotros es igual a la sumisión del Padre. Fijaos cómo calla ante Pilatos que con
una sola palabra podía arrebatarle de las manos de sus enemigos. "Está en silencio,
sin abrir su boca como el cordero ante el esquilador." Adoremos este silencio
al cual debemos nuestra salvación; recojamos todos los detalles de una entrega que
nunca haría un hombre por otro y que no pudo ejecutarla más que el corazón de Dios.
¡Cómo nos ama a nosotros, que somos su estirpe, los hijos de su sangre, el galardón
de su sacrificio! Iglesia Santa, descendiente de Cristo en la cruz, tú le eres querida;
te ha comprado a gran precio y por eso se complace en ti. Almas fieles, devolvedle
amor por amor; almas pecadoras, sedle fieles, sacad la vida de su sangre y acordaos
que, si "todos nosotros hemos estado perdidos como ovejas sin pastor",
el Señor "ha tomado sobre sí todas nuestras iniquidades". No hay pecador
ni pagano, ni infiel tan culpable, que no tenga parte en esta sangre preciosa,
cuya virtud infinita sería suficiente para redimir a miles de millones de mundos
más pecadores que el nuestro.
ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios. Suplicámoste, Señor, mires
a esta tu familia, por la que nuestro Señor Jesucristo no dudó en ser entregado
en manos de los verdugos y en sufrir el tormento de la cruz. El, que vive y reina
contigo.
OFICIO DE LAS TINIEBLAS
Hasta la última reforma, la Iglesia anticipaba a la víspera el
Oficio de la noche del día siguiente, para estos tres últimos días de la Semana
Santa ,con el fin de dar al pueblo cristiano mayor facilidad para tomar parte en
él. Los Maitines y Laudes celebrábanse, por tanto, en las horas de la tarde. Pero
habiéndose convertido estas horas para la mayor parte en horas de trabajo, la Iglesia
ha creído oportuno volver a establecer que el Oficio se celebre a sus horas normales.
Así, pues, los fieles deben apresurarse a asistir a ellos en
tanto en cuanto sus ocupaciones se lo permiten. En cuanto al mérito de esta piadosa
asistencia, es indudable que sobrepasa al de cualquier devoción privada. El medio
más seguro para llegar al corazón de Dios será siempre emplear como intermediario
a la Iglesia: En cuanto a las impresiones santas que pueden ayudarnos a hondar más
en los misterios, que se conmemoran en estos tres días, por lo general son más fuertes
y más seguras las que se reciben en el oficio, que las que se buscan en cualquier
libro humano. Alimentada por la palabra y los ritos de la Iglesia, el alma cristiana
aprovechará doblemente con los ejercicios y lecturas del oficio, aunque también
debe ocuparse en particular de ellas. La oración de la Iglesia será, pues, la base
sobre la cual se levantará todo el edificio de la piedad cristiana, en este
santo aniversario; así imitaremos a nuestros padres que, en los siglos de fe, fueron
tan profundamente cristianos porque vivían de la vida de la Iglesia por la Liturgia
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martes, 26 de marzo de 2013
Martes Santo
MARTES SANTO
LA HIGUERA MALDITA.- Este día vuelve de nuevo Jesús a Jerusalén
muy de mañana. Quiere dirigirse al templo y confirmar allí sus últimas enseñanzas.
Claramente prevé que el desenlace de su misión va a comenzar. El mismo acaba de
decir a sus discípulos: "Dentro de dos días se celebrará la Pascua y el Hijo
del hombre será entregado para ser crucificado". Los discípulos que marchan
en compañía de su maestro por el camino de Betania a Jerusalén quedan estupefactos
al contemplar la higuera que Jesús había maldito el día anterior. Se había secado
como un leño cortado, desde las raíces hasta las hojas. Pedro se acerca a Jesús
y le dice: "Maestro, mira la higuera que maldijiste; se ha secado.
"Jesús aprovecha la ocasión para enseñarnos que la materia está sometida al
espíritu cuando éste se mantiene unido a Dios por la fe y dice: "Tened fe en
Dios: en verdad os digo que cualquiera que dijere a este monte: levántate y arrójate
al mar y no dudare en su corazón, mas creyere que se hará todo cuanto dijere, todo
le será hecho. Por tanto os digo que todas las cosas que pidiereis en vuestra oración
creed que las recibiréis; y se os darán"
JESÚS EN EL TEMPLO.- Continuando el camino, pronto se entra en
la ciudad, y apenas ha llegado Jesús al templo, se le acercan los príncipes de los
sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntan: "¿Con qué poder haces
estas cosas, quién te ha dado tal poder?". Se puede ver en el Santo Evangelio
la respuesta de Jesús, así como las diversas enseñanzas que dió con ocasión de este
encuentro. No hacemos más que indicar, de un modo general, el uso que hizo de las
últimas horas de su vida mortal nuestro divino Redentor; la meditación del
Evangelio suplirá lo que no decimos. Como los días precedentes, sale de la
ciudad por la tarde, y atravesando el monte de los Olivos, se retira a Betania,
con su Madre y sus amigos. La Iglesia lee hoy, en la Misa, el relato de la Pasión
según San Marcos. En orden cronológico el Evangelio de San Marcos fué escrito
después del de San Mateo: Por esta razón se da el segundo lugar a la Pasión según
San Marcos. Es más corta que la de San Mateo y parece un resumen de la misma; pero
se encuentran en ella ciertos detalles que son propios de este Evangelista y
nos muestran las notas de un testigo ocular. Todos sabemos, en efecto, que San Marcos
fué discípulo de San Pedro y que escribió su Evangelio bajo la dirección del Príncipe
de los Apóstoles. En Roma se celebra la Estación en la Iglesia de Santa Prisca.
ORACION
Haz, Señor, que tu misericordia nos purifique de todo rastro
de vejez, y nos haga capaces de la santa novedad. Por el Señor.
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lunes, 25 de marzo de 2013
EVANGELIO DE LUNES SANTO
LUNES SANTO
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según San Juan. (XII, 1-9.)
Seis días antes de la Pascua fué Jesús a Betania, donde había
muerto Lázaro, a quien resucitó Jesús. Hiciéronle allí una gran comida: servía Marta,
y Lázaro era uno de los sentados a la mesa con Él. Entonces María tomó una libra
de ungüento de nardo precioso, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y enjugó
sus pies con sus cabellos: y la casa se llenó del olor del ungüento. Y dijo uno
de sus discípulos, Judas Iscariote, el que le había de entregar: ¿Porqué no se ha
vendido este ungüento por trescientos denarios, y se ha dado a los pobres? Pero
dijo esto, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y tenía la
bolsa, y sacaba lo que se echaba en ella. Dijo entonces Jesús: Dejadla que lo
conservó para el día de mi sepultura. Porque a los pobres siempre los tendréis con
vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Supo entonces mucha gente judía que
se hallaba allí: y vinieron, no por Jesús solamente, sino también para ver a Lázaro,
a quien Él había resucitado de entre los muertos.
UNCIÓN DE JESÚS EN BETANIA.- Acabamos de oír la lectura del pasaje
evangélico a que aludimos ha unos días, el sábado anterior al domingo de Ramos.
Ha sido colocado en la misa de hoy porque antiguamente no había estación el Sábado.
La Iglesia nos llama la atención con este episodio sobre los postreros días de nuestro
Redentor, para hacernos sentir con él todos los acontecimientos que se realizan
en este momento en torno suyo. María Magdalena cuya conversión nos había admirado
hace unos días, está llamada a tomar parte en la Pasión y Resurrección de su Maestro.
Tipo ideal del alma convertida y admitida a gozar de los favores celestes, debemos
seguirla en todas las circunstancias en que la gracia divina la va a hacer tomar
parte. La hemos visto siguiendo al Salvador paso a paso y ayudándole en sus necesidades;
además el Santo Evangelio nos la muestra preferida a Marta su hermana, pues ha escogido
la mejor parte. En estos días es objeto de nuestro interés principalmente por su
tierna adhesión a Jesús. Sabe que le buscan para matarle y el Espíritu Santo que
la guía interiormente por unos estados que se suceden, cada vez más perfectos, ha
querido que hoy dé cumplimiento a una acción profética previendo lo que tanto
teme. Entre los tres presentes de los Magos, uno de ellos significa la muerte del
Rey divino a quien estos hombres vinieron a visitar desde el lejano oriente. Era
la mirra, perfume funerario empleado tan copiosamente en el entierro del
Salvador. Hemos visto que la Magdalena, al convertirse, testimonió su cambio de
vida derramando sobre los pies de Jesús un ungüento precioso. Ahora emplea también
este medio como muestra de amor. Su Maestro está comiendo en casa de Simón el leproso;
María está con él, como también sus discípulos; Marta sirviendo; hay paz en
esta casa; pero todos presienten cosas adversas. De repente María Magdalena aparece
con un vaso lleno de ungüento de nardo precioso. Se dirije a Jesús y arrojándose
a sus pies los unge con este perfume y luego los enjuga con sus cabellos, Jesús
estaba tendido sobre un diván en donde los orientales se recuestan mientras
comen; fué, pues, fácil que la Magdalena se pusiese a sus pies. Dos evangelistas,
completada su narración por San Juan, nos muestran que ella derramó también sobre
la cabeza del Salvador este oloroso ungüento. ¿Comprendía bien la Magdalena en este
momento la importancia de la acción que la había inspirado el Espíritu Santo? Nada
nos dice el Evangelio; pero Jesús reveló este misterio a sus apóstoles; y nosotros
que nos hacemos eco de sus palabras, conocemos por esta acción que ha comenzado,
podemos decir, la Pasión de nuestro Redentor, desde el momento en que la Magdalena
le embalsama para su futura sepultura. El suave y penetrante olor del perfume se
había extendido por toda la morada. Uno de los discípulos, Judas Iscariote, protesta
contra lo que él llama gasto inútil. Su bajeza y codicia le habían hecho insensible
a todo pudor. Muchos de los discípulos confirmaron su opinión; ¡sus pensamientos
eran tan rústicos todavía! Jesús permitió esta protesta por varias razones. Quería
anunciar su próxima muerte a los que le rodeaban revelándoles el secreto que contenía
esta efusión de perfume sobre su cuerpo. En segundo lugar glorificar a la Magdalena,
que le profesaba un amor tan tierno y tan ardiente; y entonces anunció que su fama
se extendería por toda la tierra tan lejos cuanto se extendiese el Evangelio. En
fin, quería consolar de antemano a las almas piadosas, a las que su amor inspiraría
obras de liberalidad para su culto y resguardarlas de las críticas mezquinas de
que serían objeto. Recojamos estas enseñanzas divinas. Honremos a Jesús no sólo
en su persona sino también en sus pobres. Honremos a la Magdalena y sigámosla hasta
que pronto la veamos en el Calvario y en el sepulcro. En fin, dispongámonos a embalsamar
a nuestro Salvador reuniendo para su entierro la mirra de los Magos que figura el
sacrificio, y el precioso nardo de la Magdalena que representa el amor generoso
y compaciente.
ORACION
Ayúdanos, oh Dios, Salvador nuestro: y haz que celebremos alegres
los beneficios con que te has dignado restaurarnos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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domingo, 24 de marzo de 2013
Domingo 2do de Pasión o de Ramos
DOMINGO SEGUNDO DE PASION O DOMINGO DE RAMOS
SALIDA DE BETANIA.- Jesús, dejando en Betania a su madre
María, a Marta y a María Magdalena con su hermano Lázaro, se dirige, este día,
muy de mañana, hacia Jerusalén, acompañado de sus discípulos. María se estremece
al ver acercarse su hijo a sus enemigos que pretenden derramar su sangre; con todo
eso no va hoy Jesús a Jerusalén a buscar la muerte sino el triunfo. Es necesario
que el pueblo proclame rey al Mesías antes que éste sea crucificado; que, ante las
águilas romanas, en presencia de los Pontífices y Fariseos, mudos de rabia y de
estupor, resuenen las voces infantiles, confundidas entre los gritos de los ciudadanos
en alabanza del Hijo de David.
CUMPLIMIENTO DEL VATICINIO.- El Profeta Zacarías había predicho
esta ovación preparada en la eternidad para el Hijo del hombre en vísperas de su
humillación. "Alégrate con grande alegría, hija de Sión. Salta de júbilo, hija
de Jerusalén; mira que viene a ti tu Rey, justo y salvador, humilde, montado en
un asno, en un pollino hijo de asna". Viendo Jesús que había llegado la hora
de cumplirse este oráculo manda a dos de sus discípulos que vayan y le traigan una
asna y un pollino que encontrarán no lejos de allí. El Salvador se encontraba en
Betfagé, situado en el monte de los Olivos. Los discípulos ponen inmediatamente
en ejecución el mandato de su Maestro.
DOS PUEBLOS.- Los Santos Padres nos han proporcionado la clave
del misterio de estos dos animales. El asna representa el pueblo judío sometido
al yugo de la Ley; "el pollino en el que, según el Evangelio, no había montado
nadie todavía", representa a la gentilidad a quien nadie había subyugado aún.
La suerte de ambos pueblos se decidirá dentro de unos días. El pueblo judío será
desechado por no haber recibido al Mesías; en su lugar Dios elegirá al pueblo
gentil, indómito hasta entonces, pero que se convertirá en dócil y fiel.
CORTEJO TRIUNFAL.- Dos discípulos aparejan al pollino con sus
vestidos; Jesús entonces, queriendo realizar el vaticinio del profeta, monta sobre
el animal y se prepara de este modo a entrar en la ciudad. Mientras tanto en Jerusalén
corre el rumor de que Jesús se aproxima. Inspirados por el Espíritu divino la turba
de judíos reunidos en la ciudad de toda Palestina para celebrar en ella la Pascua,
sale a recibirle con palmas y gritos clamorosos. El cortejo que iba acompañando
a Jesús desde Betania, se confunde con esta multitud ferviente de entusiasmo;
unos tienden sus vestidos por el camino, otros enarbolan ramos de palmera a su paso.
Resuena el grito de "Hosanna " y recorre la ciudad la noticia de que Jesús,
hijo de David entra en ella como Rey.
EL REINO MESIÁNICO.- Así fué cómo Dios , ejerciendo su poder
sobre los corazones, preparó, en la ciudad en que pocos días después sería pedida
su sangre a gritos, un triunfo para su Hijo. Este día Jesús tuvo un momento de
gloria y la Iglesia quiere que renovemos cada año el recuerdo de este triunfo del
Hijo del hombre. Cuando nacía el Emmanuel, vimos llegar del lejano oriente a Jerusalén
a los Magos en busca del Rey de los judíos, para adorarle y ofrecerle sus presentes;
hoy es la misma Jerusalén la que sale a recibirle. Ambos acontecimientos tienen
un mismo fin: reconocer a Jesucristo como Rey; el primero por parte de los gentiles,
el segundo por parte de los judíos. Era menester que el Hijo de Dios recibiese ambos
tributos antes de su Pasión. La inscripción que Pilatos pondrá dentro de poco sobre
la cabeza del Redentor: Jesús Nazareno, Rey de los judíos, será el carácter indispensable
de su mesianismo. Inútiles serán los esfuerzos de los enemigos de Jesús para
cambiar los términos del escrito; no lograrán su fin. "Lo que he escrito, escrito
está", respondió el gobernador romano. Su mano confirmó, sin ¿creerlo?, las
profecías. Israel proclama hoy a Jesús por su Rey; bien pronto será disperso en
castigo de su perjurio; pero ese Jesús, a quien ha proclamado, permanecerá siempre
Rey. De este modo se cumplió a la letra aquel mensaje del Angel que dijo a María
anunciándole la grandeza del Hijo que iba a concebir: "El Señor le dará el
trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob eternamente". Jesús
comienza en este día su reinado sobre la tierra; y como el primer Israel va a sustraerse
de su cetro, un nuevo Israel, nacido del grupo fiel del antiguo, va a nacer, formado
de gentes de todas las partes del mundo, y ofrecerá a Cristo el imperio más extenso
que jamás ha ambicionado un conquistador. Tal es el misterio glorioso de este día
en medio del duelo de la Semana de Pasión. La Iglesia quiere que nuestros
corazones se desahoguen en un momento de alegría en el que saludamos a Jesús como
Rey. Ha organizado la liturgia de este día de tal forma que encierre en sí juntamente
alegría y tristeza; la alegría al unirse a las aclamaciones con que resonó la ciudad
de David; la tristeza volviendo en seguida al curso de su gemidos por los dolores
de su Esposo divino. Todo el drama está dividido como en tres actos distintos, cuyos
misterios e intenciones vamos a explicar uno tras otro.
LA BENDICION DE LAS PALMAS
La bendición de las palmas o de los ramos, como vulgarmente se
dice, es el primerrito que se desarrolla ante nuestra vista; y podemos juzgar de
su importancia por la solemnidad que la Iglesia despliega en su celebración. Durante
largos siglos diríase que iba a celebrarse la santa Misa sin otra intención que
la de celebrar el aniversario de la entrada de Jesús en Jerusalén: Introito, Colecta,
Epístola, Gradual, Evangelio, incluso el Prefacio, se sucedían como se hace para
preparar la inmolación del Cordero sin mancha; pero después del triple Sanctus la
Iglesia suspendía estas solemnes fórmulas y su ministro procedía a la
santificación de los ramos que tenía delante. Ahora, después de la reciente reforma,
después del canto de la antífona Hosanna, estas ramas de árbol, objeto de la primera
parte de la función, reciben con una sola oración, acompañada de la incensación
y de la aspersión del agua bendita, "una virtud que los eleva al orden sobrenatural
y los hace a propósito para ayudar a la santificación de nuestras almas y a la protección
de nuestros cuerpos y de nuestras casas. Los fieles deben tener con respeto estos
ramos en sus manos durante la procesión y colocarlos con honor en sus casas, como
un signo de su fe y una esperanza en la ayuda divina.
ANTIGÜEDAD DEL RITO.- No es necesario explicar al lector que
las palmas y los ramos de olivo, que reciben en este momento la bendición de la
Iglesia, se llevan en memoria de aquellos con que el pueblo de Jerusalén honró
la marcha triunfal del Salvador, pero no está maldecir unas palabras sobre la
antigüedad de esta costumbre. Comenzó pronto en oriente y probablemente en
Jerusalén desde que la Iglesia gozó de paz. En el siglo IV San Cirilo, obispo
de esta ciudad, creía que la palmera que había suministrado sus ramos al pueblo
que vino al encuentro de Cristo, existía todavía en el valle del Cedrón; nada
más natural que tomar ocasión de esto para instituir un aniversario
conmemorativo de este suceso. En el siglo siguiente se establece esta
ceremonia, no solamente en las Iglesias orientales, sino también en los
monasterios de que estaban llenos los desiertos de Egipto y de Siria. Al
principio de cuaresma, muchos santos monjes obtenían de su Abad el permiso de
internarse en lo más recóndito del desierto para pasar este tiempo en profundo
retiro; pero debían volver al monasterio el domingo de Ramos, como se colige de
la vida de San Eutimio escrita por su discípulo Cirilo. En occidente tardó
bastante en establecerse este rito; el primer rastro que encontramos se halla
en el Sacramentario Gregoriano que se remonta al final del siglo VI o principios
del VII. A medida que la fe penetraba en el norte no era posible solemnizar esta
ceremonia en toda su integridad pues la palmera y el olivo no arraigan en nuestro
clima. Fué necesario reemplazarlas por ramos de otros árboles; mas la Iglesia no
permitió cambiar nada de las oraciones prescritas para la bendición de estos ramos,
pues los misterios expuestos en estas hermosas oraciones, tienen su fundamento en
el olivo y la palma del relato evangélico, representados por nuestros ramos de boj
y de laurel.
LA PROCESION El segundo rito de este día es la célebre procesión
que sigue a la bendición de los ramos. Tiene por objeto representar la marcha del
Salvador a Jerusalén y su entrada en esta ciudad; y, para que nada falte en la
imitación del relato del Santo Evangelio, los Ramos que acaban de ser bendecidos
son llevados por todos los que toman parte en esa procesión. Entre los judíos era
una señal de regocijo llevar en la mano ramos de árboles; y la ley divina les autorizaba
esta costumbre. Dios había dicho en el Levítico al establecer la festividad de los
Tabernáculos: "El primer día tomaréis gajos de frutales hermosos, ramos de
palmera, ramas de árboles frondosos, de sauces de la ribera, y os regocijaréis ante
Yavé, vuestro Dios "Para testimoniar su entusiasmo por la llegada de Jesús
ante los muros de la ciudad, los habitantes de Jerusalén, incluso los niños, recurrieron
a esta gozosa demostración. Vayamos nosotros también delante de nuestro Rey y cantemos
el Hosanna a este vengador de la muerte y liberador de su pueblo. Durante la Edad
Media, en muchas iglesias, se llevaba en esta procesión el libro de los Evangelios
que representaba a Jesucristo cuyas palabras contenía. Designado de antemano un
lugar y preparado para la estación, la Procesión se detenía: el diácono abría entonces
el sagrado libro y cantaba el relato de la entrada de Jesús en Jerusalén. En seguida
descubríase la Cruz que había permanecido velada hasta aquel momento; todo el clero
se postraba ante ella solemnemente y cada uno depositaba a sus pies un
fragmento del ramo que tenía en su mano. Se reanudaba la procesión precedida de
la Cruz, descubierta, hasta que el cortejo entra en la iglesia. En Inglaterra y
Normandía, desde el siglo XI, se practicaba un rito altamente representativo de
la escena que tuvo lugar en este día en Jerusalén. En la procesión se llevaba triunfalmente
la Sagrada Eucaristía. La herejía de Berengario que negaba la presencia real de
Jesucristo en la Eucaristía acababa de manifestarse en esta época. Y este triunfo
de la Sagrada Forma era preludio lejano de la Institución de la festividad y procesión
del Santísimo Sacramento. Siempre con la misma intención de renovar la costumbre
evangélica, existe en Jerusalén otra costumbre en la procesión de Ramos. Toda la
comunidad de Franciscanos que custodia los santos Lugares marchan de mañana a Betfagé.
Allí el P. Guardián de Tierra Santa, vestido de pontifical, sube sobre un asno revestido
con mantos, acompañado por los religiosos y católicos de Jerusalén, que llevan todos
palmas, ingresa en la ciudad y baja hasta la puerta de la iglesia del Sto.
Sepulcro donde se celebrará la Misa con toda pompa. Hemos reunido aquí, como de
costumbre, los diferentes hechos con que puede elevarse la mente de los fieles en
los variados misterios litúrgicos; estas manifestaciones de fe les ayudarán a comprender
porqué la Iglesia quiere que, en la procesión de los Ramos, sea honrado Jesucristo
como presente al triunfo que ella le otorga en este día. Busquemos por medio
del amor "a este humilde y dulce Salvador que viene a visitar a la hija de
Sión", como dice el profeta. Aquí está en medio de nosotros; a él se dirije
el tributo de nuestros ramos; unámosle también el de nuestros corazones. Se
presenta para ser nuestro Rey; acojámosle y digamos: Hosanna al hijo de David.
LA ENTRADA EN LA IGLESIA.- Antiguamente, hasta la última reforma,
el fin de la procesión iba acompañado de una ceremonia llena de un profundo simbolismo.
Al momento de entrar en la iglesia, el cortejo se hallaba con las puertas cerradas.
La marcha triunfal se detenía; pero los cantos de alegría no se suspendían. Un himno
especial a Cristo Rey resonaba a la puerta de la iglesia, con su alegre estribillo,
hasta que el subdiácono golpeando con el asta de la cruz las puertas, conseguía
que se abriesen, y el pueblo, precedido del clero, entraba aclamando al único que
es la Resurrección y la vida. El fin de esta escena era rememorar la entrada del
Salvador en otra Jerusalén, de la que la de la tierra no era sino figura. Esta
Jerusalén es la patria celestial cuya entrada Jesucristo nos ha procurado. El pecado
del primer hombre había cerrado sus puertas; pero Jesús, el Rey de la gloria, las
abrió por la virtud de su Cruz, ante la cual no pudieron resistir. Este mismo canto,
en honor de Cristo Rey, se ha conservado, pero la parada a la puerta de la iglesia
ha quedado suprimida. Prosigamos, pues, tras los pasos del Hijo de David,
puesto que él es el Hijo de Dios y nos invita a tomar parte en su reino. Así es
como la Iglesia en la procesión de los Ramos que no es otra cosa que la conmemoración
de los acontecimientos de aquel día, eleva nuestra mente al misterio de la Ascensión
por el que se pone fin, en el cielo, a la misión del Hijo de Dios en la tierra.
Pero ¡ay! los días intermedios entre ambos triunfos no son todos días de alegría,
y antes que termine la procesión la Iglesia, que se ha levantado unos momentos de
su tristeza, vuelve a gemir continuamente.
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