sábado, 16 de marzo de 2013

Sábado, 4ta semana de Cuaresma


SÁBADO DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

EVANGELIO 

Continuación del santo Evangelio según S . Juan.
En aquel tiempo habló Jesús a las turbas de los judíos, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue a mí, no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Dijéronle entonces los judíos: Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no es verdadero. Respondió Jesús, y dijoles: Aunque doy yo testimonio de mi mismo, mi testimonio es verdadero: porque sé de dónde he venido y adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne: yo no juzgo a nadie: y, si juzgo yo, mi juicio es verdadero, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado. Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo: y también da testimonio de mí el Padre que me ha enviado. Dijéronle entonces los judíos: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: No me conocéis ni a mí, ni a mi Padre: si me conocieseis a mí, quizás conocierais también a mi Padre. Estas palabras dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el templo: y nadie le prendió, porque aun no había llegado su hora.

HUIR DEL ORGULLO.- ¡Qué contraste se nota entre el lenguaje de Dios que invita a los hombres a recibir a su Hijo como a un libertador y la dureza de corazón de los judíos en el recibimiento que hicieron a este enviado del cielo! Jesús se llama Hijo de Dios y para probar su origen divino, durante tres años está obrando constantemente los prodigios más portentosos. Muchos judíos creyeron en Él, porque pensaron que Dios no podría confirmar el error con milagros y aceptaron la doctrina de Jesús como venida del cielo. Los fariseos odian la cruz y aman las tinieblas; su orgullo no se humilla ante la evidencia de los hechos. Unas veces niegan que los prodigios de Jesús sean verdaderos; y otras quieren explicarlos por medio de una intervención diábolica; mas otras intentarán con sus preguntas capciosas tomar un pretexto para hacer comparecer ante el juez al Justo, como un blasfemo o como un violador de la ley. Hoy se atreve desvergonzadamente a objetar a Jesús, el cual, declarándose el enviado de Dios, ha dado testimonio de sí mismo. El Salvador que conoce la maldad de su corazón, se digna aún responder a su impío sarcasmo; mas evita darles una explicación completa. Poco a poco la luz se va alejando de Jerusalem para iluminar otras regiones. Terrible abandono del alma; ha abusado de la verdad y la ha rechazado llevado de su instinto de odio. Es el pecado contra el Espíritu Santo que no se perdona ni en este mundo ni en el otro.

AMAR LA VERDAD.- Dichoso aquel que ama la verdad aunque contrarié sus inclinaciones y perturbe sus ideas. Porque, de este modo, honra la sabiduría de Dios; y aunque la verdad no le guíe completamente en todo, al menos no le ha abandonado. Pero aún es mucho más dichoso aquel que entregándose por completo a la verdad sigue a Jesús como su humilde discípulo. De Este nos dice el Salvador "No caminará entre tinieblas, sino que posee la luz de la vida." Apresurémonos, pues, a entrar en esta senda abierta por aquel que es nuestra luz y nuestra vida. Siguiendo sus huellas hemos subido la áspera montaña de la Cuaresma, y hemos sido testigos de los rigores de su ayuno; en adelante, en estos días consagrados a la Pasión, nos conviene seguirle en otra montaña, en el Calvario, donde vamos a contemplar sus dolores y su muerte. Seamos fieles a la cita y obtendremos "la luz de la vida".

viernes, 15 de marzo de 2013

Viernes, 4ta semana de Cuaresma


VIERNES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

EVANGELIO 

Continuación, del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo había un enfermo, llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. (Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que había ungido al Señor con ungüento, y enjugado sus pies con sus cabellos.) Enviaron, pues, sus hermanas aviso a Él, diciendo: Señor, el que amas está enfermo. Y, al oírlo Jesús les dijo: Esta enfermedad no es de muerte, sino por la gloria de Dios, para que por ella sea glorificado el Hijo de Dios. Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana María, y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, quedóse aún dos días en aquel lugar. Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vayamos otra vez a Judea. Dícenle sus discípulos: Rabbí, hace poco te buscaban los judíos, para apedrearte, ¿y a hora vuelves allá? Respondió Jesús: ¿No tiene doce horas el día? El que caminare de día, no tropezará, porque verá la luz de este mundo: pero, el que caminare de noche, tropezará, porque no tendrá luz. Dijo esto: y, después de esto, les dijo a ellos: Lázaro, nuestro amigo, duerme: pero voy a despertarle del sueño. Dijéronle entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Jesús hablaba de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del reposar del sueño. Entonces les dijo Jesús claramente: Lázaro ha muerto: y me alegro, por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis: pero vayamos a él. Dijo entonces Tomás, el llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vayamos también nosotros, para que muramos con Él. Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que estaba en el sepulcro. (Y estaba Betania como a unos quince estadios de Jerusalén.) Y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas de la muerte de su hermano. Marta, pues, cuando oyó que venía Jesús, le salió al encuentro: María en cambio, quedó sentada en casa. Dijo entonces Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano: pero sé también ahora que, todo lo que pidieres a Dios te lo dará Dios. Díjole Jesús: Resucitará tu hermano. Díjole Marta: Sé que resucitará en la resurrección del último día, Díjole Jesús: Yo soy la resurrección, y la vida: el que cree en mí, aunque hubiere muerto, vivirá: y, todo el que vive, y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Díjole: Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el hijo de Dios vivo, que has venido a este mundo. Y, dicho esto, se fué, y llamó en silencio a su hermana María, diciendo: Está aquí el Maestro, y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levantó enseguida, y vino a Él: aun no había llegado Jesús a la aldea, sino que estaba todavía en aquel lugar donde le salió al encuentro Marta. Entonces los judíos que estaban con ella en casa, y que la consolaban, cuando vieron a María, que se levantó rápida, y salió, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro, para llorar allí. Pero María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies, y dijóle: Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano. Y Jesús, cuando la vió llorando, y a los judíos, que habían venido con ella, llorando también, se conmovió en espíritu, y se turbó y dijo: ¿Dónde le habéis puesto? Dijéronle: Señor, ven y ve. Y lloró Jesús. Dijeron entonces los judíos: ¡Ved cómo le amaba! Pero algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos del ciego de nacimiento, hacer que éste no muriera? Mas Jesús, estremeciéndose otra vez, fué al sepulcro. Era éste una gruta, cerrada con una piedra. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Díjole Marta, la hermana del que había muerto: Señor, ya hiede, pues es de cuatro días. Díjole Jesús: ¿No te dije que, si creías verías la gloria de Dios? Quitaron, pues, la piedra: y Jesús, elevados los ojos al cielo, dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo ya sabía que tú me oyes siempre, pero lo digo por el pueblo que merodea: para que crean que tú me has enviado. Habiendo dicho esto, clamó con gran voz: Lázaro, ven fuera. Y al punto salió, el que había muerto, ligado de pies y manos con las vendas, y envuelta su cara en el sudario. Díjoles Jesús: Soltadle, y dejadle ir. Entonces muchos de los judíos, que habían venido a, María y a Marta, y que vieron lo que hizo Jesús, creyeron en Él.

LÁZARO, IMAGEN DEL PECADOR.- Leamos confiados este admirable relato que nos cuenta la obra de Jesús en las almas; recordemos el bien que ha hecho a la nuestra y prometámosle finalmente tener compasión de nuestros Penitentes que, numerosos en toda la tierra, se preparan a recibir el perdón que les devolverá la vida. Hoy no es una madre la que pide la resurrección; son dos hermanas que imploran esta gracia para su querido hermano; la Iglesia con este ejemplo nos induce a orar por nuestros hermanos. Mas sigamos la narración de nuestro Evangelio. Lázaro estuvo primero enfermo y agonizante; Finalmente murió. El pecador comienza dejándose llevar de la pereza a la indiferencia y luego recibe una herida mortal. Jesús no ha querido curar la enfermedad de Lázaro; para hacer a sus enemigos inexcusables, quiere obrar un prodigio portentoso a las mismas puertas de Jerusalén. Quiere probar cómo es dueño de la vida á aquellos que, pocos días después se escandalizarán de su muerte. En el sentido moral Dios permite algunas veces a su Sabiduría, que se abandone a un alma ingrata a pesar de que sabe caerá en el pecado. Más tarde la levantará, y la confusión de su caída, la servirá para mantenerse en la humildad que la habría preservado. Las dos hermanas, Marta y María, aparecen aquí muy distintas de lo que eran por naturaleza; las dos desconsoladas pero llenas de confianza. Jesús anuncia cómo Él mismo es la Resurrección y la Vida; quien espere en Él no morirá eternamente, pues es lo único que hay que temer. Mas cuando ve llorar a María, cuyo amor conocía muy bien, se conmueve y se turba. La muerte, castigo del pecado del hombre, fuente de tantas lágrimas, conmueve su corazón divino. Llegado al sepulcro que guarda el cuerpo de su amigo Lázaro, llora, santificando de este modo las lágrimas que el amor cristiano nos arranca al borde de la tumba de los que amamos. Ha llegado el momento de levantar la piedra, de demostrar en pleno día el triunfo de la muerte. Cuatro días hacía que Lázaro se hallaba en el sepulcro: es imagen del pecador envejecido en su pecado. No importa; Jesús no rechaza este espectáculo. Con voz que estremece a cualquier hombre, y hace temblar al infierno, grita: Lázaro, sal fuera, y el cadáver salta del sepulcro. La muerte ha oído su voz, pero sus miembros están aún enfajados y su rostro cubierto, no puede moverse, sus ojos no ven. Jesús manda quitarle las vendas; y a su mandato manos humanas devuelven a los miembros de Lázaro su antigua libertad y a sus ojos la vista del sol. Esta es también la historia del pecador reconciliado. Una sola palabra de Jesús hubiera sido suficiente para convertirle, para conmover su corazón e inducirle a confesar su pecado; mas Jesús deja en manos de sus sacerdotes el desatarle, iluminarle y devolverle el movimiento. Este prodigio, obrado en los días en que nos hallamos, exacerbó el furor de los judíos. Este último beneficio le convirtió en blanco de su rabia. En adelante ya no se alejará de Jerusalén; Betania, donde acaba de obrar este milagro, no; está muy distante de allí. Nueve días más tarde y la ciudad infiel contemplará el triunfo del Mesías; luego volverá a la casa de sus amigos de Betania; pero pronto entrará de nuevo en la ciudad para consumar en ella el sacrificio, cuyos méritos infinitos son el principio de la resurrección del pecador.

RECUERDOS HISTÓRICOS.- Esta esperanza consoladora fué causa de que los primeros cristianos multiplicasen en las pinturas de las catacumbas la figura de Lázaro en el momento de su resurrección; y este tipo de la reconciliación del alma pecadora esculpida igualmente en el mármol de los sarcófagos de los siglos IV y V se reprodujo hasta en las vidrieras de nuestras catedrales. Antiguamente Francia honraba este símbolo de la resurrección espiritual en una piadosa costumbre conservada en la célebre abadía de la Trinidad de Vendóme, hasta que fueron aboliéndose nuestras instituciones católicas. Todos los años en este día se llevaba a la iglesia abacial un criminal conducido por la justicia humana. Llevaba una soga al cuello y en la mano sostenía una antorcha que pesaba treinta y tres libras, en recuerdo de los años del divino Libertador. Los monjes hacían una procesión a la que asistía el criminal así como el sermón que la seguía. Se le llevaba entonces a las gradas del altar; allí el abad, después de una exhortación, le imponía como penitencia la peregrinación a S. Martín de Tours. Se le quitaba entonces la cuerda del cuello y quedaba libre. Este uso litúrgico, tan cristiano y tan patético, se remontaba a los tiempos de Luis de Borbón, conde de Vendóme. En 1426, durante su cautividad en Inglaterra, hizo voto, si Dios le devolvía la libertad, de establecer en la iglesia de la Trinidad, en testimonio de reconocimiento este homenaje anual a Cristo que libertó a Lázaro de la tumba. El cielo se compadeció del príncipe y pronto obtuvo la gracia que con tan gran fe pedía.

ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios. Suplicámoste, oh Dios omnipotente, hagas que, puesto que conocemos nuestra debilidad y confiamos en tu poder, nos alegremos siempre de tu bondadosa piedad. Por el Señor.

jueves, 14 de marzo de 2013

Jueves, 4a semana de Cuaresma


JUEVES DE LA CUARTA SEMANA DE CUAREMA

EVANGELIO 
Continuación del santo Evangelio según S. Lucas.
En aquel tiempo, iba Jesús a una ciudad, que se llama Naim: e iban con Él sus discípulos, y una turba copiosa. Y, cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar un difunto, hijo único de su madre: y ésta era viuda: y con ella venía mucha gente de la ciudad. Cuando el Señor la vió, movido de misericordia hacia ella, le dijo: No llores. Y se acercó, y tocó el féretro. (Y los que lo llevaban se pararon.) Y dijo: Joven, a ti te lo digo, levántate. Y se sentó el que estaba muerto, y comenzó a hablar. Y se lo entregó a su madre. Y se apoderó de todos el respeto: y alabaron a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros: y Dios ha visitado a su pueblo.

EL MILAGRO DE NAIM.- Hoy y mañana aún, la
Iglesia nos ofrece continuamente figuras de la resurrección; son un anuncio de la proximidad de la Pascua y al mismo tiempo un aliento esperanzador para todos los muertos espiritualmente que piden de nuevo la vida. Antes de entrar en las dos semanas consagradas a los dolores de Cristo, la Iglesia asegura a sus hijos el deseado perdón, ofreciéndoles el espectáculo consolador de la misericordia de aquel cuya sangre nos reconcilió. Libres de todos nuestros temores podremos contemplar mejor el sacrificio de nuestra víctima augusta, para asociarnos a sus dolores. Abramos pues los ojos del alma y consideremos el espectáculo que nos ofrece el Evangelio. Una madre desconsolada preside el duelo del hijo único, y su dolor es inconsolable. Jesús se mueve a compasión; manda parar el cortejo; su mano divina toca el féretro y su voz llama a la vida al joven cuya muerte había sido causa de tantas lágrimas. El escritor sagrado insiste en decirnos que Jesús le entregó a su madre. ¿Quién es esta madre desconsolada sino la Iglesia que preside el duelo de un gran número de sus hijos? Jesús viene para consolarla. Pronto, por ministerio de los sacerdotes va a extender su mano sobre todos los muertos, va a pronunciar sobre ellos la palabra de resurrección; y la Iglesia recibirá en sus brazos maternos llenos de vida y alegría a estos hijos cuya pérdida lloraba.

LAS TRES RESURRECCIONES.- Consideremos el misterio de las tres resurrecciones obradas por Jesús: la de la hija del príncipe de la sinagoga; La Iglesia nos cuenta este relato en el Evangelio del Domingo XXIII después de Pentecostés. La del joven de hoy y la de Lázaro que presenciaremos mañana. Acaba de expirar la joven; más, aún no la han enterrado; es figura del pecador que todavía no ha contraído el hábito y la insensibilidad del mal; el joven representa al pecador que no ha querido hacer ningún esfuerzo para salir de ese estado: en él la voluntad ha perdido su energía. Le conducen al sepulcro; y sin el encuentro del Salvador hubiera ido a colocarse para siempre entre los demás muertos. Lázaro es un símbolo aún más terrible. Este es ya presa de la corrupción. Una piedra rodada sobre la tumba condena al cadáver a una lenta e irremediable disolución. ¿Podrá recobrar de nuevo la vida? La recobrará si Jesús se digna ejercer en él su poder divino. Por eso la Iglesia ora y ayuna en estos días. Oremos y ayunemos con ella con el fin de que estas tres clases de muertos oigan la voz del Hijo de Dios y resuciten. El misterio de la resurrección de Jesucristo va a producir su efecto maravilloso en estos tres grados. Unámonos a los designios de la divina misericordia; insistamos de día y de noche junto al Redentor. Pocos días después, podremos, ante la presencia de tantos muertos resucitados, clamar con los habitantes de Naim: " Tenemos con nosotros un gran profeta y Dios ha visitado a supueblo."

ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios. Oh Dios, Maestro y Rector de tu pueblo, aleja de él los pecados que le combaten: para que siempre te sea grato y esté seguro de tu amparo. Por el Señor .

miércoles, 13 de marzo de 2013

Miércoles 4ta semana de Cuaresma

MIÉRCOLES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

EVANGELIO 

Continuación del santo Evangelio según S. Juan. (IX,1-38.)
En aquel tiempo, al pasar Jesús, vió a un hombre, ciego de nacimiento: y le preguntaron sus discípulos: Rabbí, ¿quién pecó, éste, o sus padres, para que naciese ciego? Respondió Jesús: No pecó éste, ni sus padres: sino que ha sido para que se manifestasen en él las obras de Dios. A mí me conviene ejecutar las obras de Aquel que me ha enviado, mientras es de día: vendrá la noche, y entonces nadie podrá obrar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo. Y, después de decir esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó sobre sus ojos, y díjole: Vete, lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir Enviado). Fué, pues, y se lavó, y volvió viendo. Entonces los vecinos, y los que le vieran antes, porque era un mendigo, decían: ¿No es éste el que se sentaba, y mendigaba? Unos decían: Sí, éste es. Y otros: No, sino que es parecido a él. Pero él decía: Sí, soy yo. Y le preguntaron: ¿Cómo se te han abierto los ojos? Respondió: Aquel hombre, que se llama Jesús, hizo lodo, y untó mis ojos, y me dijo: Vete a la piscina de Siloé, y lávate. Y fui, y me lavé, y veo. Y dijéronle: ¿Dónde está él? Dijo: No sé. Llevaron, al que fuera ciego, a los fariseos. Porque era sábado, cuando hizo Jesús el lodo, y abrió sus ojos. Preguntáronle, pues, otra vez los fariseos cómo había recobrado la vista. Y él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Y decían algunos de los fariseos: Este hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estos prodigios? Y había división entre ellos. Dijeron, pues, otra vez al ciego. ¿Qué dices tú de aquel que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es un profeta. Pero no creyeron los judíos que él hubiese sido ciego, y que hubiera recobrado la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? Pues, ¿cómo ve ahora? Respondieron sus padres, y dijeron: Sabernos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero el cómo ve ahora, no lo sabemos: preguntádselo a él, ya tiene edad, hable él mismo de sí. Dijeron esto sus padres, porque temían a los judíos, pues ya se habían conjurado los judíos para expulsar de la Sinagoga a todo el que confesara que era Él el Cristo. Por eso, sus padres dijeron: Ya tiene edad, preguntádselo a él mismo. Llamaron, pues, otra vez al hombre que fuera ciego, y dijéronle: Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que este hombre es un pecador Díjoles entonces él: Si es pecador, no lo sé: sólo sé una cosa: que, habiendo estado ciego, ahora veo. Dijéronle. ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? Respondióles: Ya os lo he dicho, y lo habéis oído: ¿por qué queréis oírlo otra vez? ¿Acaso también vosotros queréis haceros discípulos suyos? Maldijéronle entonces, y dijeron: Sé tú discípulo de Él, que nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés: pero no sabemos de dónde es éste. Respondió aquel hombre, y díjoles: Eso es lo maravilloso, que vosotros no sabéis de dónde es Él, y Él me ha abierto los ojos: pero sabemos que Dios no oye a los pecadores; mas, si hay uno que honra a Dios, y hace su voluntad, a ése Dios le oye. Jamás se ha oído que alguien haya abierto nunca los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste No fuera de Dios, no podría hacer eso. Respondieron, y dijéronle: En pecado naciste todo, ¿y nos enseñas? Y le arrojaron fuera. Oyó Jesús que le habían arrojado fuera, y, habiéndole encontrado, le dijo: ¿Tú crees en el Hijo de Dios? Respondió él, y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Y díjole Jesús: Ya le has visto, y es el mismo que habla contigo. Dijoél entonces: Creo, Señor. Y, postrándose (aquí se arrodilla), le adoró.

EL BAUTISMO.- La Iglesia de los primeros siglos designaba el Bautismo con el nombre de Iluminación; este sacramento en efecto confiere al hombre la fe sobrenatural mediante la cual
se le infunde la luz divina. Por esta razón se leía hoy el relato de la curación del ciego de nacimiento, imagen del hombre iluminado por Jesucristo. Este tema se ve reproducido con frecuencia en las pinturas murales de las catacumbas y en los bajo relieves de los antiguos sarcófagos cristianos. Nosotros nacemos todos ciegos; Jesucristo por el misterio de su encarnación, figurada en este barro que representa nuestra carne, nos ha merecido el don de la vista; mas para gozar de él, tenemos que ir a la piscina del divino Enviado y lavarnos en el agua bautismal. Entonces Dios mismo nos iluminará y se disiparán las tinieblas de nuestra razón. La docilidad del ciego de nacimiento que cumplió tan candidamente las órdenes del Salvador, es imagen de la de los Catecúmenos; escuchan dócilmente las enseñanzas de la Iglesia, porque también ellos quieren recobrar la vista. El ciego de nacimiento, curado, demuestra lo que obra en nosotros la gracia de Jesucristo mediante el Bautismo; mas, a fin de que la instrucción fuese completa, reaparece al fin del relato para darnos un modelo de la curación espiritual, herida por la ceguera del pecado.

LA FE.- El Salvador le pregunta como también a nosotros nos ha preguntado ante la piscina sagrada: ¿Crees en el Hijo de Dios? El ciego deseoso de creer, le responde al punto: ¿Quién es Señor para que yo crea en Él? Así es la fe, que une la débil razón del hombre a la suprema sabiduría de Dios y nos otorga su verdad eterna. Apenas si Jesús ha manifestado su divinidad ante este hombre y ya se postra en tierra para adorarle: Ahora es verdaderamente cristiano. ¡Cuántas enseñanzas se encierran aquí para los Catecúmenos! Al mismo tiempo, este relato les revela y nos recuerda también a nosotros la maldad de los enemigos de Jesús. Pronto darán muerte al justo por excelencia; el derramamiento de su sangre nos merecerá la curación de la ceguera nativa, aumentada aún más por nuestros pecados personales. Alabemos pues, amemos y reconozcamos a nuestro médico divino; su unión con la naturaleza humana ha preparado el colirio que ha de curar nuestros ojos de su enfermedad y hacerlos capaces de contemplar por siempre los esplendores de la misma divinidad.

ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios. Ábranse, Señor, los oídos de tu misericordia a las preces de los que te suplican: y, para que puedas acceder a los deseos de los que te ruegan, has que te pidan lo que a ti te agrada. Por el Señor.

martes, 12 de marzo de 2013

Martes 4ta semana de Cuaresma


MARTES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

EVANGELIO 

Continuación del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo, hacia la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se admiraban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Respondióles Jesús, y dijo: Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado. Si alguien quisiere hacer su voluntad, conocerá si la doctrina es de Dios o si hablo yo de mí mismo. El que habla de sí mismo busca su propia gloria. Pero, el que busca la gloria del que le ha enviado, es veraz, y no hay en él injusticia. ¿No os dió Moisés la Ley, y, sin embargo, nadie de vosotros observa la Ley? ¿Porqué intentáis matarme? Respondió la turba, y dijo: Tienes el demonio; ¿quién intenta matarte? Respondió Jesús, y dijoles: Sólo una obra he hecho, y todos os admiráis. Cierto, Moisés os dió la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres): y todos circuncidáis al hombre en sábado. Si recibe el hombre la circuncisión en sábado para que no sea quebrantada la Ley de Moisés: ¿os indignáis contra mí, porque he sanado en sábado todo, un hombre? No juzguéis según la apariencia, sino juzgad justo juicio. Dijeron entonces algunos de Jerusalén: ¿No es éste el que buscan para matarle? Pues mira cómo habla en público, y no le dicen nada. ¿Acaso han reconocido los príncipes que éste es el Cristo? Pero nosotros sabemos de dónde es éste: mas, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde será. Y Jesús clamaba en el templo, enseñando y diciendo: También a mí me conocéis, y sabéis de dónde soy, y no he venido de mí mismo, sino que es verdadero el que me ha enviado, al cual desconocéis vosotros. Yo le conozco, porque vengo de Él, y Él me ha enviado. Quisieron entonces? prenderle, pero nadie puso en Él las manos, porque aun no había llegado su hora. Y muchos del pueblo creyeron en Él.

RESPUESTA SOBRE EL MESÍAS.- La lectura del Santo Evangelio nos hace pensar en el inminente sacrificio del Cordero divino dispuesto a ofrecerse en Jerusalén. Aun no ha llegado la hora, mas no tardará. Se le busca ya para darle la muerte. La pasión de sus enemigos les ciega hasta tal punto que les hace ver en Él a un violador del Sábado, porque cura a los enfermos con un solo acto de su voluntad en el día del Señor. Jesús rebate sus prejuicios sin lograr ningún fruto; les recuerda que tampoco ellos hallan dificultad practicar la circuncisión o en sacar de sus abrevaderos su buey o su asno si hubieren caído en él. Ni quieren escuchar. Les domina una sola cosa: hacer desaparecer a Jesús. Sus prodigios son innegables y todos obrados con un fin misericordioso para con el hombre; únicamente rehúsa ofrecer a la vana admiración de sus enemigos los milagros que le piden para saciar su curiosidad o adular su orgullo; y lejos de agradecer el uso que hace de los milagros en favor de los hombres, se atreven a decir, que no sólo los obra mediante el poder de Beelcebú, sino que Él mismo está poseído del demonio. Causa horror el oír tan horribles blasfemias y sin embargo el orgullo de estos doctores judíos les lleva hasta cometer estos desatinos e impiedades: y la sed de sangre se enardece cada vez más en su corazón. Mientras algunos del pueblo seducidos por sus jefes, se dejaban arrastrar por un ciego fanatismo, otros más indiferentes recapacitan acerca del Mesías, y no hallan en Jesús, los distintivos de este enviado de Dios. Quieren que, cuando venga a este mundo no se sepa su origen. No obstante esto los Profetas han anunciado que debe nacer de la sangre de David; su genealogía será uno de los principales caracteres; pero todo Israel sabe que Jesús procede de esta familia real. Por otra parte también sabe que el Mesías debe tener un origen misterioso, debe venir de Dios. La buena acogida de las enseñanzas de Jesús, confirmadas por tantos milagros, les instruyó a la vez sobre su nacimiento temporal y su filiación divina; mas la indiferencia y cierta maldad depositada en lo último del corazón del hombre les impidió recapitular; tal vez aquellos, mismos en el día del deicidio incluso, gritarán como los demás: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos".

ORACION
Oremos: Humillad vuestras cabezas a Dios. Ten piedad, Señor, de tu pueblo: y, al que lucha con tribulaciones constantes, hazle respirar tranquilo. Por el Señor.

lunes, 11 de marzo de 2013

Lunes 4ta semana de Cuaresma


LUNES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

EVANGELIO 

Continuación del santo Evangelio según S. Juan.
En aquel tiempo, estaba cerca la Pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén: y encontró en el templo a los que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y a los cambistas sentados. Y, haciendo como un azote de cuerdas, los arrojó a todos del templo, y también las ovejas, y los bueyes, y derramó el dinero de los cambistas, y derribó las mesas. Y, a los que vendían palomas, les dijo: Quitad esto de aquí, y no hagáis de la casa de mi Padre una casa de negocios. Y recordaron sus discípulos que estaba escrito: El celo de tu casa me comió. Pero respondieron los judíos, y dijeron: ¿Qué pruebas nos das, para poder hacer esto? Respondió Jesús, y dijo: Destruid este templo, y en tres días lo reedificaré. Dijéronle entonces los judíos: En cuarenta y seis años fué edificado este templo: ¿ y tú lo reedificarás en tres días? Pero El lo decía del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó de entre los muertos, recordaron sus discípulos esto que había dicho, y creyeron en la Escritura, y en las palabras que dijo Jesús. Y, cuando estuvo en Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre, viendo los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos, y porque no necesitaba que nadie le diera testimonio de hombre alguno: pues Él mismo sabía lo que hay en el hombre.

EL ALMA TEMPLO DE DIOS.- El martes de la primera semana vimos ya cómo el Señor arrojó a los vendedores del templo. La Iglesia insiste sobre este hecho en la Cuaresma, porque nos presenta la severidad que usa Jesucristo con el alma, dominada por las pasiones terrenas. ¿Pues qué son nuestras almas sino el templo de Dios? Las ha creado y santificado para que sean su morada y por tanto quiere que todo sea digno de este sublime destino que se las ha dado. En estos días en que examinamos nuestras almas, ¿cuántos vendedores profanos vemos que habitan en la casa del Señor? Expulsémoles cuanto antes; pidamos al Señor que también Él los arroje con el látigo de su justicia. Pronto llega el día de obtener el perdón; vigilemos para hacernos libre de recibirlo.

CONVERSIÓN PROFUNDA.- ¿Nos hemos fijado en lo que dice el Evangelio de aquellos judíos, que más sinceros que los demás, creyeron en Él ,a causa de los milagros que le veían obrar? Y sin embargo Jesús no se fiaba de ellos porque los conocía muy bien a todos. Hay hombres que hasta llegan a creer, a reconocer a Cristo, sin que esto sea motivo para que su corazón se cambie. ¡Oh corazón duro del hombre! ¡Oh cruel congoja para la conciencia de los ministros de la salvación! Hay pecadores, gente del mundo, que en estos días se acercan al tribunal de la penitencia; creen, confiesan sus pecados; y la Iglesia no se fía de su arrepentimiento. Ya sabe que, poco después de la Comunión Pascual, se convertirán en lo que eran el día que se les impuso la ceniza de penitencia; tiembla al pensar en el peligro que estas almas, divididas entre Dios y el mundo, incurren recibiendo sin preparación, sin conversión sincera al Santo de los santos; por otra parte, se acuerda de que está escrito que no hay que apagar la mecha que aun humea, ni de acabar de romper la caña ya nacida. Roguemos por estas almas cuya suerte es tan inquietante y pidamos para los pastores de la Iglesia algunos rayos de esta luz en que Jesús conocía todo lo que había en el hombre.

ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios. Suplicámoste, Señor, escuches benigno nuestros ruegos: y, a los que les concedes el deseo de pedir, dales el auxilio de tu protección. Por el Señor.