TERCER DOMINGO DE CUARESMA
LA CUARESMA TIEMPO DE REFLEXIÓN.- La Santa Iglesia, que, en
el primer domingo de Cuaresma nos ha propuesto la tentación de Jesucristo en el
desierto para tema de nuestra meditación, con el fin de instruirnos acerca de
la naturaleza de nuestras propias tentaciones y del modo como debemos
vencerlas, nos manda leer hoy un pasaje del evangelio de San Lucas, con cuya
doctrina se propone completar nuestra instrucción, sobre el poder y artificios
de nuestros enemigos invisibles. En el tiempo de Cuaresma el cristiano debe
reparar el pasado y asegurar el porvenir; no podrá dar cuenta de lo primero, ni
defender eficazmente lo segundo, sino tiene ideas claras sobre la naturaleza de
los peligros en los que ha sucumbido y los que aún le amenazan. Los antiguos
liturgistas han visto un rasgo de maternal sabiduría de la Iglesia, en la
distinción con que propone hoy a sus hijos esta lectura, que centraliza las
enseñanzas del día.
LA EXISTENCIA DEL DEMONIO.- Ciertamente seríamos los más ciegos
y desgraciados de los hombres, si, rodeados como estamos de enemigos que trabajan
furiosamente por perdernos y muy superiores a nosotros en fuerza y destreza, no
hubiéramos pensado a menudo en su existencia, e incluso habérnoslo jamás imaginado.
Sin embargo numerosos cristianos de nuestros días viven en este estado.
"¡Cómo han disminuído las verdades entre los hijos de los hombres!"
Este estado de indiferencia y olvido de un punto que las Sagradas Escrituras nos
recuerdan en cada una de sus páginas es tan general que no es raro encontrar personas,
para quienes la acción continua del demonio a nuestro rededor no es otra cosa sino
una creencia gótica y popular que no tiene que ver nada con los dogmas de la religión.
Todo lo que se cuenta en la historia de la Iglesia y vida de los Santos, para ellos
es como si no existiera. Para ellos Satanás es una pura abstracción, en la que se
ha personificado el mal.
¿Se trata de explicar el pecado en ellos o en los demás? Os hablan
de la inclinación que tenemos al mal, del mal uso de nuestra libertad; y no quieren
ver que la doctrina de la Iglesia nos revela que en nuestras prevaricaciones interviene
un agente malvado, cuyo poderes igual al odio que nos tiene. No obstante eso saben
que Satanás condujo a nuestros primeros padres al mal. Creen tuvo la osadía de tentar
al Hijo de Dios encarnado, que le llevó por los aires hasta el pináculo del templo
y desde allí a una encumbrada montaña. Leen también el Evangelio y creen que uno
de los infelices posesos que libró el Señor estaba asediado por una legión entera
de espíritus infernales como se vió al cumplir el permiso obtenido de posesionarse
de una piara de puercos y la precipitaron al lago de Genesareth. Estos y otros mil
hechos constituyen el objeto de su fe; y con todo lo que oyen decir acerca de su
existencia, de sus artificios, su destreza en reducir las almas les parece cuento.
¿Son cristianos o han perdido el juicio? No es fácil responder, sobre todo porque
se les ve entregarse hoy día a consultas sacrílegas del demonio, con la ayuda de
los medios tomados de los siglos del paganismo, sin recapacitar, ni mucho menos
saber que cometen un crimen que Dios, en la antigua ley, castigaba con la muerte
y que la legislación de todos los pueblos cristianos durante muchos siglos castigó
también con pena de muerte.
LA POSESIÓN DIABÓLICA.- Mas si hay algún tiempo del año en que
los fieles deben meditar lo que la fe y experiencia nos enseñan acerca de la existencia
y artificios de los espíritus infernales, es ciertamente este tiempo en que estamos,
durante el cual debemos reflexionar tanto sobre las causas de vuestros pecados,
los peligros de nuestra alma, los medios para prevenirnos contra nuevas caídas y
nuevos ataques. Escuchemos pues el Santo Evangelio. Primero nos enseña que el demonio
se había apoderado de un hombre, y, a consecuencias de esta posesión, había quedado
mudo. Jesús libra a este desgraciado y el haber recobrado el uso de la palabra de
muestra que el enemigo ha sido arrojado. Así la posesión del demonio no sólo es
un monumento de la misteriosa justicia de Dios; mas también puede producir efectos
físicos en aquellos que son sus víctimas. La expulsión del espíritu maligno devuelve
el uso de la lengua a aquel que gemía bajo sus garras. No insistimos y a más en
la malicia de los enemigos del Salvador que quieren atribuir su poder en los demonios
a la intervención de cualquier príncipe de la malicia infernal; sólo queremos probar
el poder de los espíritus de las tinieblas sobre los cuerpos y combatir con el sagrado
texto el racionalismo de algunos cristianos. Que aprendan a conocer el poder de
nuestros adversarios y eviten no sean su presa, cegados por el orgullo de la razón.
Desde la promulgación del Evangelio, el poder de Satanás sobre los cuerpos ha sido,
limitado mediante la virtud de la Cruz, en los países cristianos; pero recobra nueva
extensión si la fe y las obras de piedad cristiana disminuyen. De ahí nacen todos
esos odios diabólicos, que con diversos nombres más o menos científicos, se cometen
primero a ocultas, después pasan en cierta medida a las personas honradas y llegan
a trastornar a la sociedad si Dios y la Iglesia no interpusieran un dique. Cristianos
de nuestros días, acordaos que habéis renunciado a Satanás y guardaos de que una
ignorancia culpable os arrastre a la apostasía. No es a un ser de razón a quien
habéis renunciado en las fuentes bautismales sino a un ser real, temible y de quien
el mismo Jesucristo nos dice que fué homicida desde el principio
LA LUCHA CONTRA SATANÁS.- Pero si debemos temer mucho el poder
terrible que puede ejercer en nuestros cuerpos y evitar todo contacto con él en
las prácticas que preside, y que son el culto a que aspira, también debemos temer
su influencia en nuestras almas. Considerad cuánto le ha costado a la gracia divina
arrojarle de vuestra alma. En estos días la Iglesia nos ofrece todos los medios
para salir vencedores: el ayuno acompañado de la oración y la limosna. Tendréis
paz y vuestro corazón, vuestros sentidos purificados, se transformarán en templos
de Dios: Pero no vayáis a creer que ya habéis aniquilado a vuestro enemigo. Está
irritado, la penitencia le ha expulsado de su dominio y ha jurado tantear todos
los medios para apoderarse. Temed, pues, en la recaída en el pecado mortal y para
fortificar en vosotros este temor saludable, meditad el contenido de las palabras
de nuestro Evangelio.
El Salvador nos enseña que este espíritu inmundo, arrojado de
un alma, anda vagando por los lugares áridos y desiertos. Le devora el verse
humillado y siente de antemano las torturas de este infierno que lleva con él por
todas partes del que quisiera distraerse si pudiera, perdiendo a las almas que Jesucristo
rescató. El Antiguo Testamento nos habla de los demonios reunidos y que andan vagando
por lugares desiertos. Así el Arcángel San Rafael relegó a los desiertos del alto
Egipto al espíritu infernal que había hecho perecer a los siete maridos de Sara.
Mas no siempre el enemigo del hombre se resigna a vivir alejado de la presa que
ambiciona. Le impulsa el odio como al principio del mundo y se dice: "ya es
hora que vuelva a la casa de donde salí". Pero no vendrá solo; quiere salir
victorioso y para conseguirlo traerá, si es necesario, con él otros siete demonios
peores aun que él. ¡Qué ataque prepara al alma sino está de sobre aviso y fortificada,
si la paz que Dios le ha vuelto no es una paz firme! El enemigo explora la situación
del lugar; con su habitual perspicacia examina los cambios que se han obrado en
su ausencia. ¿Qué observa en esta alma con quien ha poco tenía amistad y su morada?
Nuestro Señor nos lo dice: el demonio la encuentra indefensa, pronto a recibirle
de nuevo; nada de resistencia. Parece que el alma ansiaba esta nueva visita. Entonces
el enemigo, para asegurar más su conquista va a buscar refuerzos. El asalto está
dado nada, se opone; y pronto en lugar de un huésped infernal, el alma recibe un
tropel;" y añade el Salvador, el último
estado de ese hombre es peor que el primero". Comprendamos el consejo que
nos da la Santa Madre Iglesia al darnos a leer este pasaje del Evangelio. Por todas
partes hay conversiones a Dios; muchas conciencias se van a reconciliar y el Señor
los va a perdonar sin medida; pero, ¿perseverarán todos? Cuando el año próximo llegue
de nuevo la Cuaresma y convoque a los cristianos a la penitencia, todos estos que
en estos días se van a sentir arrancados del poder de Satanás mantendrán sus almas
limpias y libres de su yugo? Una triste experiencia no permite a la Iglesia esperar
tal consuelo. Muchos recaerán poco después de su rescate en los lazos del pecado.
¡Oh, si se apoderase de ellos la justicia de Dios en este estado! Sin embargo esta
será la suerte de muchos, tal vez de un gran número. Temamos, pues las recaídas;
y para asegurar nuestra perseverancia, sin la cual de nada nos sirvió el recuperar
algunos días la gracia de Dios, vigilemos en adelante, oremos, defendamos la situación
de nuestra alma, luchemos; y el enemigo desconcertado por la tenacidad irá a otra
parte avergonzado y furioso.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Lucas.
En aquel tiempo estaba Jesús arrojando un demonio, y éste
era mudo. Y, habiendo arrojado al demonio, habló el mudo, y se admiraron las
turbas. Pero algunos de ellos dijeron: Por arte de Beelzebub, príncipe de los
demonios, echa El los demonios. Y otros, tentándole, le pedían un milagro del
cielo. Pero El, cuando vió sus pensamientos, les dijo: todo reino, que esté
dividido entre sí, será desolado, y una casa caerá sobre otra casa. Pues, si
Satanás está también dividido contra sí mismo, ¿cómo subsistirá su reino?
Porque vosotros decís que yo arrojo los demonios por virtud de Beelzebub. Mas,
si yo arrojo los demonios en virtud de
Beelzebub: ¿vuestros hijos por virtud de quién los expulsan? Por lo
tanto, ellos mismos serán vuestros jueces. Ahora bien, si yo lanzo los demonios
con el dedo de Dios, es que ha llegado ya a vosotros el reino de Dios. Cuando
un fuerte armado guarda la puerta de su casa, está seguro todo cuanto posee.
Pero, si viniere otro más fuerte que él, y le venciere, le quitará todas sus armas,
en quienes confiaba, y repartirá sus despojos. El que no está conmigo, está
contra mí: y, el que no recoge conmigo, dispersa. Cuando el espíritu inmundo ha
salido de un hombre, anda por lugares sin agua, buscando descanso: y, no
encontrándolo, dice: Volveré a mi casa, de donde salí. Y, cuando torna, la
encuentra barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus
peores que él, y, entrando, habitan allí, Y el fin de aquel hombre es peor que
su principio. Y sucedió que, cuando decía estas cosas, alzando la voz una mujer
de la turba, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó, y los pechos que
mamaste. Pero El dijo: Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios,
y la practican.
DEMONIOS MUDOS.- El demonio del que libró Jesús al poseso de
nuestro Evangelio dejó mudo a este hombre, y la salida fulminante, del espíritu
de las tinieblas desató la lengua del paciente que mal trataba. Este hecho es imagen
del pecador cautivo de su temible vencedor y reducido por él al mutismo. Si habla
este pecador para confesar sus culpas, para pedir gracia, se verá libre. ¡Cuántos
demonios mudos, diseminados por todas partes, impiden a los hombres hacer esta confesión
salutífera que los salvaría! A pesar de eso, la Cuaresma pasa; transcurren los días
de gracia; aprovechémonos de este tiempo favorable; si somos amigos de Dios, oremos
insistentemente por los pecadores, para que hablen, se acusen de sus faltas y sean
perdonados.
PODER DE LOS DEMONIOS.- Escuchemos también lo que nos enseña
el Salvador de nuestros enemigos invisibles. ¿Quién podría hacer frente a su poder,
a su astucia, a sus medios nocivos, si Dios no nos ayudase, sino hubiese
ángeles encargados de velar por nosotros y combatir también con nosotros? Sin embargo,
por el pecado nos habíamos entregado al poder de esos espíritus inmundos y odiosos;
habíamos preferido su imperio tiránico al yugo suave y ligero de nuestro compasivo
Redentor. Ahora somos libres o lo vamos a ser pronto; agradezcámoselo a nuestro
libertador; pero vigilemos para no recaer en las garras del poder de esos huéspedes
infernales. Volverán y tratarán de violar la morada de nuestra alma santificada
por el Cordero Pascual. Si estamos vigilantes y somos fieles, se retirarán avergonzados;
mas si somos tibios y relajados, si perdemos de vista el valor de la gracia y las
obligaciones que nos unen con el que nos salvó, nuestra pérdida será cierta y según
la terrible palabra de Jesucristo: "la segunda situación será peor que la primera".
ESTAR CON CRISTO.- ¿Queremos evitar tan gran mal? Meditemos estas
otras palabras del Evangelio: "quien
no está conmigo está contra mí". Esta es la situación del que recae en las
garras del demonio, que olvida todo lo que debe a su divino libertador, que no acude
con sinceridad a Jesucristo cuando se le presentan ocasiones en que el deber exige
al cristiano portarse con entereza. Se lisonjea, se disimula, se contemporiza y
poco a poco se va debilitando la energía del alma; Dios da ya las gracias medidas,
en un principio tan abundantes y acaba en una caída inminente: Caminemos con paso
firme y seguro y acordémonos que el soldado de Jesucristo debe sentirse orgulloso
de su Caudillo divino. El Ofertorio celebra la dulzura de los consuelos que el alma
rescatada del poder de Satanás gusta siguiendo los caminos del Pastor divino.
OFERTORIO
Las justicias del Señor son rectas, y alegran los corazones,
y sus juicios son más dulces que la miel y el panal: por eso tu siervo los practica.
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