VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel tiempo dijo Jesús a las turbas de los judíos, y a los príncipes de los sacerdotes, esta parábola: Hubo un hombre, padre de familias, que plantó una viña, y la cercó, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a unos obreros, y se marchó lejos. Mas, cuando se acercó el tiempo de la vendimia, envió sus siervos a los obreros, para recoger los frutos. Y los trabajadores, prendiendo a los siervos, a uno le hirieron, a otro lo mataron, y a otro lo apedrearon. Otra vez envió nuevos siervos, más numerosos que los primeros, e hicieron lo mismo con ellos. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: Respetarán a mi hijo. Mas los trabajadores, al ver al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero, venid, matémosle, y tendremos su herencia. Y, habiéndole prendido, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos trabajadores? Dijéronle: A los malos los hará matar miserablemente: y arrendará su viña a otros obreros, que le paguen la renta a su debido tiempo. Díjoles Jesús: ¿No leísteis nunca en las Escrituras: La piedra, que desecharon los constructores, se convirtió en clave del ángulo? Por el Señor fué hecho esto, y es maravilloso a nuestros ojos. Por eso os digo, que se os quitará a vosotros el reino de Dios, y será dado a la gente que rinda sus frutos. Y, el que cayere sobre esta piedra, se estrellará: y ella hará añicos a aquel sobre quien cayere. Y, cuando oyeron sus parábolas los príncipes de los sacerdotes y los fariseos, conocieron que lo decía por ellos. Y, queriendo prenderle, temieron a las turbas: porque le tenían por un profeta.
LA SINAGOGA REPROBADA.- Ya no son los hombres y figuras de la antigua alianza, que nos mostraban a nuestro Redentor de lejos y con rasgos indefinidos; estamos frente a la misma realidad. Un poco más de tiempo y la víctima tres veces santa sucumbirá bajo los golpes de sus émulos. ¡Qué terrible y solemne es la palabra de Jesús en estos últimos momentos! Sus enemigos sienten toda la gravedad de su peso; más, obcecados por el orgullo, quieren luchar hasta el fin con aquel que es la sabiduría del Padre, obstinándose en no reconocer en él esta Piedra terrible que hace añicos a aquel que la resiste y aplasta a aquel sobre quien cae. Esta Viña es la Verdad revelada, la norma de fe y costumbres, la esperanza del Mesías Redentor, el compendio de los medios de salvación; es también la familia de los hijos de Dios, su herencia, su Iglesia. Dios había escogido a la Sinagoga para que fuera la depositaría de tal tesoro; quería que su Viña fuese guardada fielmente, que fructificase en las manos de los viñadores, que la reconociesen siempre como su bien, fin de sus complacencias. Mas la Sinagoga de corazón sediento y avaro quiso apropiarse la Viña del Señor. Inútilmente envió en diversas ocasiones a sus Profetas para reivindicar sus derechos: los viñadores infieles los mataron. El mismo Hijo de Dios, el heredero viene en persona. ¿Le recibirán al menos con honor y deferencia? ¿Honrarán siquiera su carácter divino? No; han pensado matarle y después de haberle arrojado como un extranjero sacrilego, lo matarán.
EL NUEVO PUEBLO ELEGIDO.- ¡Daos prisa, Gentiles!, venid a cumplir el castigo del Padre; no dejéis piedra sobre piedra en esta ciudad deicida que un día gritó:" ¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos" !Pero no sólo seréis ministros de la justicia celestial sino los predilectos del Señor. La reprobación de este pueblo ingrato os abre las puertas de la salvación. Se den adelante los custodios de la Viña hasta el fin de los siglos; alimentaos de sus frutos pues son vuestros. Gentes de Oriente al Occidente, del Mediodía al Aquilón venid a la Pascua, para todos hay lugar .Arrójate a la piscina salvífica, pueblo nuevo formado de todos los pueblos que existen bajo el cielo. Sé la alegría de la Iglesia tu Madre, que no cesa de alimentar hasta que se complete el número de los elegidos; su esposo viene como un juez para condenar "a los que no conocieron el ¡tiempo de la visita!"
ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios. Suplicámoste, Señor, des a tu pueblo la Salud del alma y del cuerpo: para que, practicando las buenas obras, merezca ser protegido siempre con el amparo de tu poder. Por el Señor.
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